Escueto y Espontáneo



Este año han sacado disco. Mi último reducto, se titula. Así que parecía obligado presentarlo en El Tubo, que comparte vocales con la palabra reducto, por cierto, pero con el espíritu de resistencia e irreverencia que no le dan las acepciones de la RAE a esa palabra. Yo que escribo éstas llevaba tiempo sin aparecer por el reducto y tenía ganas, tantas como de ver en directo a una banda que lleva una docena de años subiéndose a los escenarios y aún no había tenido la vergüenza de verlos. No lo he dicho, pero hablo de Nasti de Plasti, grupo vizcaíno de punkpop, que tocó ayer en un Tubo tan oscuro y luminoso como siempre.
No te voy a mentir: echaba tanto de menos la música en directo, como la cerveza fresca y la conversación amena. Volver a casa con esa sensación de olvidarte de los problemas por una hora es algo impagable, y no olvidemos que los tragos, no, pero la música en El Tubo es gratis. No me voy a cansar de decirlo, porque ellos no se cansan de organizar conciertos, así que lo repito: algún día, cuando falten, que espero que sea dentro de mucho tiempo y por voluntad propia, echaremos la vista hacia atrás y no podremos evitar una sonrisa melancólica al recordar el empeño de esta gente por aportar su grano (granito suena fatal) de arena a la lucha contra la apatía y el pensamiento único.
Lo dejo aquí, que me pierdo.
Hablemos de Nasti de Plasti.
Se subieron los tres a la tarima y dijeron "buenas..." a modo de saludo; de ahí hasta que volvieron a hablar, "nos vamos a quitar una versión de enmedio", no hay forma humana de contar cuántas canciones pudieron tocar. Una detrás de otra, sin parar ni para tomar impulso. Porque lo suyo es el punk vertiginoso que en un par de minutos te abalea la cadera y la razón. Si fuera un buen cronista utilizaría palabras como píldoras e hipervitaminados, pero tengo una aplicación de sinónimos, y voy y escribo en su lugar, grajeas y tonificantes y así quedo como un gilipollas. El caso es que estos tíos esculpen melodías a base de una batería sin freno, un bajo machacón y un guitarrista que también canta y se olvida de los punteos barrocos que no sirven para nada. Canciones rotundas pero flexibles, cargadas de sentido del humor, que insuflan la energía necesaria para seguir aspirando a los mismos apetitos sencillos que nos ayudan a mirar para adelante. Por cierto, la versión que se quitaron de enmedio fue el "Voy a mil" de Olé-Olé y así queda bien claro que lo que he dicho antes en este párrafo no era gratuito.
Para compensar, también versionearon a Los Nikis y cantaron como una docena de canciones que todas ellas fueron "la última". Desde el fondo, donde estaba, poco se entendía de lo que decían, y se cogían palabras al vuelo, pero, a menudo, da lo mismo lo que digan porque, como explicaba en algún sitio Kim Warsén, el rock and roll es "algo bastante primitivo, trabajas sobre emociones", y la emoción de Nasti de Plasti va tan rápido que se jalan medio cuarto de canciones y aún no has terminado de darle un buche a la cerveza. Eso sí, por mucho que corran no se tropiezan.
Justo lo contrario de lo que ocurre con las entradas que yo escribo. Me había prometido ser conciso y directo, pero, como tengo una aplicación de sinónimos, voy y escribo en su lugar, escueto y espontáneo y quedo como un gilipollas. 

Posdata: el cartel lo he pillado de su facebook. Me ha parecido como para robarlo y mostrarlo aquí. Perdón por hacer sisa, como decía una señora que estaba haciendo la compra esta mañana en el mismo supermercado que yo. Sí, la vida sigue, tío, como dice Pablo Laso, después de ser campeón de Europa, hay que llevar a los niños al colegio, y después de ver a Nasti de Plasti, hay que seguir yendo al Gelsa. Le hicimos sisa a la rutina ayer por una hora, pero ya está. Y, eso sí, lo de la foto. Que la he mangao, perdón. Escueto y Espontáneo, detectives privados. 

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