Plumbum plumba plumbi plumborum



Lo siento Brutus, tío, pero se me ha olvidado todo lo que me dijiste. Sé que hablaste de El Palomar y que después me contaste algo de Villaconejos o sobre el vinagre de Módena, no sé. Ya te lo dije, se me iba a olvidar. Me pasé toda la tarde intentando que lo que escribió Jacques Derrida en 1967 tuviera sentido para gente que en 2014 puede que no le encuentre sentido ni a seguir leyendo libros. Después de hablar de la batalla de significados, la polisemia y del sentido alegórico como si realmente yo fuera capaz de entenderlo, llegar al Tubo, saludar al bigotudo y al rizoso, cogerte una esquina y pegarle el primer trago a la cerveza hace que cualquier significante pierda su significado y yo me crea capaz de entender Of Grammatology y hasta sea capaz de relacionarlo con el concierto de Los Plomos, que no.
Pero, eso sí, no me ayudó a que recordara lo que me contó Brutus. Y estaba bien, porque me hubiera venido de pm para explicar un poco quiénes son Los Plomos y por qué estaban ayer entre nosotros. Eso es lo que debería hacer o debería haber hecho, porque, por supuesto, no lo voy a hacer ni lo he hecho, lo que hago, en su lugar, es poneros una larga lista sin sentido alguno de los grupos o bandas que a mí me vinieron a la cabeza mientras estos tocaban. Por supuesto, estaba viajando en el tiempo, acercándome al que está ocurriendo ahora, y pretendiendo tomar mentalmente notas que después pudiera usar para escribir esto. Pero igual que pasó con lo que me contó Álvaro, las notas también se borraron y solo se quedaron grabados nombres caprichosos y sin orden: 12Twelve, Black Lips, Eskorbuto, The Waterboys, Gogol Bordello, El Guincho, el redoble y el fandango extremeño, Sex Pistols, Pony Bravo, Ornamento y Delito, Velvet Underground, Las Vulpess, Decibelios, Sonics, Wau y los Arrrrghs... Baaaaag. Qué soberana retahíla de asociaciones vagas y sin fundamento. 
Es lo que hay. Hay más, pero no merece la pena. Merecen la pena Los Plomos, y les habrán hecho mil veces el chiste o se lo harán, cuando tengan titulares en el Marca o en el Hola, que los tendrán, pero a mí no me los fundieron, llegué con ellos fundidos, y tiene sorna que tuvieran que ir al chino a comprarse un cable, pero funcionó, y lo que consiguieron fue que mis plomos se activaran; funcionaron también luego sobre el escenario, el cable que compraron y la música que hicieron, los dos; los tres, hasta su sentido del humor y los comentarios mordaces sobre la cultura popular y la actualidad política. Todo funcionó: Spotorno funcionó, Ana Mato funcionó, Gracita Morales funcionó. Todo. 
Estaban los pobres tan apretados en el escenario que parecían los arroces percusivos que se meten dentro de las maracas, pero si los sacudías sonaban que parecía que Machín revivía en su sarcófago. El cantante no entraba y permanecía en la espesura del patio, como si fuera la vesícula biliar o más bien Sandra Bullock en Gravity y en 4D. Suenan absolutamente desquiciados, pero porque los quicios son gominolas que todo lo hacen dulce y salao. Con batería de pie y teclista arrinconada, el saxofonista toma el mando y el guitarrista suena como cuando Jack Torrance intenta abrir la puerta a machetazos. Letras sobre críos que se masturban escuchando la voz aterciopelada de Bruce Dickinson, sobre chicas que tienen AIDS pero no VHS y sobre no sé cuántas cosas más que si ocurren en Bilbao debe ser porque los efluvios de la ría son más alucinógenos que la mescalina. Todas ellas cantadas por un tío con buena planta y lucida barba que sabe desgañitarse para que te hierva la sangre y te den ganas de ulularle a la luna. Punk del de garaje con un toque blues y a veces hasta folclórico que funciona porque se nota que la fiebre que les mueve la saben transformar en genio y rasmia.
Vamos, que no recuerdo lo que me dijo Brutus, sé que Zebu me repitió que lo dejara, también que tiene razón, igual que la tiene Nuri con su lucha fotográfica, y que Los Plomos prometen más de lo que cuesta la factura cuando se te queman los de casa y llamas al chispas. Y eso es mucho decir. Es mucho prometer. Pero pueden hacerlo, y lo hacen, y yo creo que a la media centena de personas que nos reunimos ayer en el Tubo para confirmar un sold out prometedor también, nos convencieron de ello. 
Brutus, la próxima vez llevo un bloc de notas, yo también prometo. Prometo, además, que la próxima vez que vuelva a ver a Los Plomos hablo de su música y no de gilipolleces. Prometido queda.

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