Lera



Antes, en este blog, que no es gran cosa, hemos hablado de cómo la música participa de nuestra identidad. De la más personal e íntima, de la que elegimos nosotros, por voluntad, con ingenio, sin pensar en Freud, y de la más comunal, pública, social, la que recibimos porque vivimos donde vivimos, porque estamos con quien estamos, porque fuimos cuando fuimos. 
Si conseguimos mirar nuestras propias vidas con esa perspectiva, entonces entendemos que hay gente que nunca conoceremos pero que, queriéndolo o sin quererlo, juega un papel fundamental para entender quiénes somos y por qué somos lo que somos. 
Es la música, es el vino, es el cine y los libros. Es la montaña, es la familia, las chicas que no nos quisieron y el mismo agujero negro que guardamos con mimo en medio de nuestras entrañas. Son los guitarristas que tocaban las canciones que nosotros cantábamos a grito pelado.
Es Juan Carlos Lera, para muchos de nosotros, sin que lo supiéramos y sin que él lo supiera. 
Descanse en paz y permanezca en el recuerdo de todos los que entendemos la música como algo más que acorde sobre acorde. 
Y, sobre todo, que la música y nuestro pueblo sigan siendo un matrimonio sin jurisdición ni consentimiento que, día a día, banda a banda, concierto a concierto, canción a canción, ofrezca un merecido homenaje a Lera y a todos los que antes, durante y después que él compartieron la misma pasión por esto, sea lo que sea. 

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