Yo no sé vosotros, pero yo estoy convenciéndome de que tampoco es para tanto mi afición por la música. No puede ser que lleve un mes sin escuchar un disco entero. No puede ser que haya dejado de buscar la prensa fresca cada principio de mes. No puede ser que lleve ya no sé ni el tiempo esa foto del BIME en la columna de la derecha. No puede ser que, últimamente, prefiera ir escuchando la radio a ir escuchando Radio 3.
Todo se debe, yo así lo justifico y me consuelo, a que últimamente la carga de trabajo es tan pesada que mi cabeza no descansa ni cuando tiene opción de hacerlo. Es como si quisieras meter más ropa en un cajón que ya está lleno. No entra. Y por mucho que la música sea así como etérea, incorpórea, también lo son los quebraderos, las angustias o los pensamientos en general. Así que, cuando mi cabeza intenta incorporar o procesar música nueva, cosa que antes hacía con delectación y casi que con ansia, ahora se topa con un terreno que ya no es poroso. Se encuentra con un asfalto tan duro que no puede penetrarlo. Yo no sé vosotros, pero a mí todo esto me suena a disculpa: si de verdad viviera la música con tanta intensidad, superaría todas esas trabas y acabaría por resquebrajar ese piso por muy hormigonado que esté.
Así que puede que lo que os cuente, a veces, sea un bulo del tamaño de un agujero negro, justo ahora cuando Stephen Hawking dice que no son lo que parecen.
Sin dieta rica en nada, sobrevivo a base de agua y mendrugos de pan, como Edmond Dantés. Hay días en los que se aviva el fuego y puedo creerme que recupero el ritmo, pero, la mayoría de las veces, me tengo que conformar con una píldora instantánea que también es momentánea.
Ahora, eso sí, si se me permite decirlo, cuando consigo tres minutos de unplugged y descargo todos los cookies que me maniatan el disco duro, entonces disfruto más que un informático resolviendo un caso de programación encriptada, si es que eso tiene sentido.
Lo que tiene sentido es que eso me haya ocurrido con esta canción de este grupo del que no había oído hablar hasta hace como quien dice tres días contados. Se hacen llamar Shovels & Rope y tienen por centro de acogida la ciudad de Charleston en Carolina del Sur. Él se llama Michael Trent y ella Cary Ann Hearst. Antes de ser pareja musical, lo fueron (y lo son) sentimental. Llevan más tiempo casados que lo que llevan componiendo juntos. Antes de Shovels & Rope, tuvieron sus propios proyectos: Trent con The Films, un grupo que consiguió cierta repercusión en algunos círculos independientes norteamericanos, y ella principalmente en solitario. Cansados de lo que estuvieran cansados, decidieron juntarse y hacer lo que les viniera en gana. Así, en plan dueto iconoclasta, consiguieron debutar hasta en el show de David Letterman, con su combinación de folk destartalado y punk desenchufado. Se reparten los instrumentos, las partes vocales y los aplausos. Se divierten aunque a veces permanezcan serios y se relajan aunque a veces parezcan airados. La verdad es que escuché su "Hail Hail" hace un par de días y venía a mi cabeza de manera recurrente, lo que supongo que es un triunfo, teniendo en cuenta lo recio que es el pavimento.
Ya que he compartido con vosotros mis ridículas penurias, infladas y desinfladas a capricho, por qué no compartir también, ya que solo consiste en pegar aquí un código y ya tengo enlace, esta canción. No es mía, pero supongo que no les importa nada compartirla:
Y a seguir comiendo sano, haciendo ejercicio y escuchando música, por mucho que vuestra cabeza intente convenceros de que es mejor una hamburguesa, el sillón y permanecer cómodamente amodorrado.
Posdata: la foto la he encontrado en google. Aparentemente, te refiere a lastfm.com, pero la he visto publicada en más sitios. A quien pertenezca, siento robarla. Y gracias.
Comentarios