Vuelvo a
comenzar una nueva sección de este blog con la obligada introducción. Como hice
con FIASCO FICCIÓN!, os recuerdo que en su día amenacé con empezar a publicar
obras de ficción y entrevistas a personas relacionadas, de alguna u otra
manera, con la música. En su día, presenté la etiqueta FIASCO FICCIÓN! y
prometí que ya no volvería a acompañar cada publicación con prólogos aburridos.
Igualmente, ahora que me propongo publicar la primera entrevista, presento la
etiqueta FIASCO PRESS! y prometo, otra vez, que, de aquí en adelante, no
volveré a prologar las próximas entrevistas. Así que, ya lo sabéis, a partir de
ahora, cada vez que en una entrada veáis que ésta comienza con la avanzadilla
FIASCO PRESS! deberéis saber que lo próximo que le acompaña es el nombre del
protagonista al que entrevistamos en este blog. Y dicho todo esto, vamos a lo
que interesa, la primera entrevista, en profundidad, por supuesto, que alberga
este blog.
Él sabe,
porque se lo he dicho yo, que no era el elegido para protagonizar la primera
entrevista que realizara en este blog. Tampoco es que tuviera un candidato
imperativo. Simplemente, en su día, porque la cabeza sí que funciona de manera
inescrutable, se me ocurrió alguien, pero la agenda y el ocio no me han
permitido llevarlo a cabo. Así que he aprovechado la oportunidad que me ha dado
el día de hoy.
Y es que,
aunque no me pague una agencia ni tenga detrás una editorial que subvencione
mis dietas, una buena comida entre amigos, con posterior sobremesa y el
ambiente perfecto para hacer preguntas y que te las respondan, debía
convertirse en una oportunidad ni que pintiparada para inaugurar esta nueva
sección.
Así que, un
cenicero a mano, un par de cervezas, música de fondo, y cojo una libreta para
empezar a apuntar. Javier Barcina se lo toma con naturalidad, casi que con
resignación. A sus 52 años, lleva treinta regentando un bar que, para muchos,
más que en un templo, se ha convertido en un refugio nuclear. Nacido en Bilbao
("pero, bueno, pon que en Barakaldo", murmura) dice que su profesión
es la de hostelero, luego añade, "o tasquero". Sin embargo, todo el
mundo sabe que los camareros, en ocasiones, también ejercen de terapeutas,
animadores, prestamistas o docentes alternativos. En el caso de Javi Pano, como
le conocen muchos, de lo que ejerce es de custodio musical. El Panorama
lleva años escorado, lejos de las tendencias y del mundanal ruido, alternativa
para algunos, guarida para otros. Treinta años da para mucho y, sobre todo, le
da validez a nuestra elección inaugural.
Lo primero
que se me ocurre preguntarle no es muy ocurrente: ¿Cuándo empezaste? Me cuenta
que con 19 años empezó trabajando con su hermano mayor. Unos años más tarde,
con 22, cogió el mando. Desde entonces hasta ahora, han pasado treinta años.
Javi me explica que el Panorama, antes, era una tasca, y su nombre era el
Marrano's Paf. Solo un par de horas antes, esperando a que nos sacaran el
segundo plato, unos conocidos suyos, desde otra mesa del bar donde comíamos, le
recordaron el nombre de la tasca: "eso sí que era un bar, eh, Javi... el
Panorama, bueno, ¡pero el Marrano's Paf!" Dice que entonces pinchaban lo
que se consideraba música independiente española, todo lo que venía contaminado
desde Madrid, donde la movida parecía monopolizar todo lo que quisiera ser
alternativo en el país. Lo recalca: "cuando empezamos a pinchar esa
música, nadie pinchaba música en castellano." En el Marrano's Paf sonaban
Kaka de Luxe, Loquillo, Los Ilegales, Sindicato Malone o TNT. Y Javi se explaya:
"el primer single de música independiente en español". Luego me
explica que, de ahí, nacerían luego los 091. Y los granadinos siguen sonando,
aún hoy en día, de vez en cuando, en el Panorama. Igual que, cuando se equivoca
de disco, todavía suenan alguno de los que ha nombrado antes, o los clásicos
que tampoco faltaban en la época de la tasca histórica que aún recuerdan los
comensales de menú de día: The Eagles, Led Zeppelin, Hoodoo Gurus, The Clash...
No lo dice
de manera directa, pero, de alguna forma, Javi recuerda con cariño aquellos
tiempos. Cerraban a las once, en el bar se vendían cazuelitas, pinchos y
porrones, y las edades se mezclaban entre la clientela. Todo cambió en torno a
1985. Se hizo una reforma, la insonorización les dio algún quebradero de cabeza,
y, tras solucionarlo, el bar cambió de nombre, de enfoque y de raciones. Según
cuenta, el nombre, Panorama, se lo puso un amigo suyo, y la inspiración vino
del disco que publicaron, en 1980, y con el mismo título, The Cars. Por
aquellos entonces, mediados de los ochenta, en el nuevo Panorama sonaban The
Long Ryders, The Dream Syndicate, Violent Femmes y lo que Javi llama
"música clásica": los Stones, los Beatles, The Smiths, o, de nuevo,
Led Zeppelin. Más: música en castellano. Añade: "y siempre a la vanguardia,
cuando salieron The Specials, yo fui de los primeros en pincharlos." Y
soul. Durante toda la entrevista, siempre que le pregunto por lo que pincha, el
soul aparece como una coletilla: "y soul".
Por seguir
un orden, le pregunto qué pinchaba en los noventa, y me contesta que lo mismo,
y más: que entraban, por supuesto, Nirvana, Joy Division, y suspira un extenso
etcétera por no alargar la lista. Casi como justificándose, me dice que se
mantenía al día aprovechando que Long Play, la tienda de discos, estaba
(y está aún) a pocos metros del bar. El mismo espíritu renovador, con más o
menos éxito, con más o menos diversidad, intenta mantenerlo ya entrados en el
siglo XXI: "ahora hay más variedad, está todo muy mezclado, supongo que el
truco está en compaginar." Sin embargo, las decadas han dejado un cambio
más importante que el que puedan indicar los nombres de su colección de discos.
Javi se resiste, pero acaba por confesar que la gente que viene al bar, ahora,
"no es tan musical". Siempre retrocede hasta los años ochenta para
hacer la comparación: "antes había más gente que iba al bar por la
música", aunque luego concede algo de optimismo: "aún hay gente que
te sorprende, claro". Pero no es solo la calidad, también la cantidad:
"antes, en los noventa y los ochenta, venía mucha gente de Bilbao, decían
que en los bares de Barakaldo había más volumen". Además, confiesa que la
escena (si es que se podía y se puede hablar de eso) ha cambiado. El circuito
se ha cortado por la mitad, y evoca, con algo de nostalgia, los tiempos en que
el Alaska, el Tubo, el Aterpe y el propio Panorama parecían formar un bucle sin
salida. No es que ahora se sienta solo, recalca, pero casi. Que no es lo mismo,
vamos.
Después de
todo esto, le pregunto por lo secundario. Le digo que mire hacia atrás y que me
cuente qué tipo de actividades se han llevado a cabo en el bar, a parte de
beber y bailar, o lo que sea que hacemos los que no sabemos bailar pero nos
movemos. No hace mucho esfuerzo, quizás porque no le apetece, pero, brevemente,
recuerda algún concierto: Jardín Infierno, Toro y la Niña del Frenesí, los
Fastuosos de la Ribera y los Dinamita pa' los Pollos pero camuflados, bajo
pseudónimo, recuerda. También menciona que Paco y Ana, ambos del Alaska,
pincharon alguna vez, y, porque se lo recuerdo yo, apunta a la lista la fiesta
que hace unos años organizaron los melómanos de La Furgoneta Azul.
Yo me
enciendo un cigarrillo y él se acaba la cerveza. Más o menos, es un breve
descanso. En todo este tiempo, yo he ido improvisando las preguntas y él ha ido
contestando sin recapacitar. Estoy usando un bloc de notas, porque no tengo
grabadora ni nada por el estilo. Quizás por eso, porque mis notas garabateadas
no ayudan a que ahora sea capaz de recordar las palabras exactas, he preferido
ir contándolo, mejor que usar el método convencional, el esquema editorial más
típico: pregunta en negrita, y luego copia y pega la respuesta. Eso viene
ahora. Porque, después del descanso, intento que se suelte un poco la lengua y
le suelto una batería de preguntas. Pero, antes de eso, volvemos a insistir en
la época dorada del bar: los años finales de los ochenta y principios de los
noventa. Javi recuerda que la gente cerraba los bares de Portugalete y luego se
acercaba hasta al Panorama. Venían en masa y, entre ellos, venía alguno de los
músicos que formaban Dinamita pa' los pollos, grupo icónico de la música rock
en los años ochenta, con los que le unía cierta amistad. De hecho, aunque no le
guste contarlo, Javi fue batería de los Dinamita "haciendo el paripé"
en un concierto en Galicia, y luego repetiría con los teclados un poco más
cerca. Me cuenta por qué lo hacía, y no tenía nada que ver con la música, pero me guardo el secreto. No se le nota mucha nostalgia, tampoco te creas. Javi Pano da la
sensación de mirar más hacia adelante que hacia atrás, pero no le tiembla el
pulso a la hora de hacer comparaciones. Además, hoy está algo sopa. En algún
momento, se despierta, pero son los menos, y le pone algo de empeño para
responder a la batería de preguntas que le hago luego:
¿Qué es lo
peor de tu trabajo?
Estar solo
en el bar.
¿Y qué es lo
mejor?
Ver amigos,
compartir música.
¿Cuál es la
canción que más te gusta pinchar?
(Se ríe,
porque sé, todos sabemos, lo que va a contestar) "What I Like about You" de
los Romantics.
¿Y la que
mejor funciona?
(También se
ríe, pero, esta vez, la broma es un poco más íntima) "Candy" de Iggy Pop.
¿Y una de la
que te arrepientas?
(Esta vez sí
que se ríe, y la risa es nerviosa, y la respuesta es culpa mía, porque, aún hoy
en día, se lo echo en cara, con más coña que mala baba, porque, ya que se
confiesa, digámoslo todo, yo también, en su día, arrójame al fuego, la tuve en el ipod, por
poco tiempo, que conste) Una de Nena Daconte.
¿Grupo
preferido?
The
Romantics (sorpresa, sorpresa)
¿Otro?
Hoodoo
Gurus, la Velvet...
¿Algo más
reciente?
No sé. No es
que no me guste la música que se hace ahora, pero es más una cuestión de
canciones sueltas que algún grupo en concreto.
¿La cosa más
curiosa que te han pedido? (Porque, en este bar, la gente pide, otra cosa es
que se las pongan)
No es muy
curioso, pero a mí me llamó la atención, y al que me la pidió, le sorprendió
que la tuviera: "Well of Misery" de Nick Cave. Ésa se me ocurre
ahora.
¿Alguna
anécdota?
Aquí, he de
decir, sin corchetes ni nada, pero en cursiva, que Javi no pone mucho empeño, y
pasa un poco de esta pregunta, así que yo le pongo un ejemplo, y acabamos por
llegar al acuerdo de nombrar, por lo menos, la ocasión en que Manu y Txelu, de
Porco Bravo, grabaron voces para su maqueta en los baños y se sacaron unas
fotografías incendiarias en algunos rincones del bar. Con esto de los nombres
propios, ya me animo y le pregunto:
¿Y qué gente
conocida ha venido por el bar? (Lo de conocida puede ser más flexible que
los chicles boomer)
Loquillo,
Ramoncín ("pero eso no lo pongas", me dice entre risas, y
yo lo pongo), Los Dinamita, Brighton 64, Quique González... los Porco o los
Sinclairs, claro. (Podría añadir muchos más, pero si él no los dice, tampoco
lo voy a hacer yo).
¿Cuántas
canciones tienes en el equipo, aproximadamente?
Unas 12.000.
¿Y qué
programa usas para pinchar?
BPM Studio.
¿Ya no
pinchas vinilo?
No, antes lo
hacía, pero ahora, ya no.
¿Qué sigues
para enterarte de las novedades?
Yo qué sé. (Yo
le digo un par de nombres de revistas, Pitchfork y el Mondo Sonoro, creo,
porque no tengo mucha imaginación, y me dice que sí con la cabeza). Y el
Spotify, el Facebook, Radio 3 (Hoy empieza todo, Diego RJ...)
¿Algún
concierto que te haya gustado últimamente?
Últimamente
no he ido a muchos conciertos. Soy más de salas que de festivales, pero aún
así. Supongo que Eileen Jewell podría decir.
¿Qué
criterio tienes para pinchar?
Depende de
la gente y de la hora, claro. Eso se aprende con los años. Igual que se aprende
a aguantar a los pesados. Y a echarlos de menos, también.
¿Te queda
algún sueño o ambición en este negocio?
(También se
ríe). No sé, mi
sueño sería tener la tasca otra vez y luego abrir los fines de semana para
pinchar música. Trabajar diferente entre semana, y pinchar luego los jueves,
viernes y sábados. Creo que se podría compaginar, pero claro...
¿Qué es lo
mejor y lo peor que ha pasado desde que empezaste en los ochenta hasta ahora?
Lo mejor, la
gente que he conocido. Lo peor, la crisis.
¿Qué tal con
la policía?
(Aquí sí que
se ríe, y hasta cruza las piernas) Con la poli, bien.
¿Te han
cerrado el bar?
Una vez,
hace mucho tiempo. Al principio. No demasiadas multas, pero, algunas, sí. (Y
se vuelve a reír)
Para lo
bueno y para lo malo, ¿quién tiene la culpa de la decoración?
Yo, claro.
¿El póster
de The Kinks no se vende?
Dice que sí,
pero no le creo. Le pregunto si tiene algún cariño en especial a algún póster,
y no sabe qué decirme, pero luego consigo que me hable de ese setlists de The
Romantics que tiene junto a la cabina y del póster de Jason Ringenberg que le
trajo Javi, cantante de los Dinamita, porque él no pudo asistir. Luego añade: La culpa de algunos pósters es
tuya. Y tiene razón, y, alguna vez he llegado a temer que me pueda costar el
puesto de trabajo.
¿Cuál ha
sido el mejor concierto en el que has estado?
Joder, es
que voy a tener que decir lo mismo: The Romantics, en la Rock Star de
Barakaldo. (He oído hablar de ese concierto, porque estar no estuve, y de
cómo lo disfrutó. Empeñado en demostrar que hay más variedad, le dejo que me
diga otros:) Ocean Colour Scene, en el Antzoki, Cracker, también en el Antzoki,
y unos cuantos en la sala The End en Vitoria: The Lyres, The Dream Syndicate,
Flamin' Groovies o Johnny Thunders. Y uno más: Sex Museum en el Gaueko.
¿Algún grupo
de Barakaldo?
Ya sabes los
que te voy a decir (algunos ya los hemos nombrado, así que añade otro:)
Los Impecables.
¿Cómo ves el
nivel de grupos en el pueblo?
Hay más
grupos que merecen la pena, pero no hay tanto público. Hay mucha gente
estancada. Me refiero a los que escuchan: hay gente abierta, pero la mayoría se
cierran en un solo estilo.
Aunque fuera
en los 90, ¿no pinchabas punk?
De aquí,
poco. Algo de Eskorbuto. En inglés, sí, The Clash, Sex Pistols, The Damned,
Richard Hell, Ramones, New York Dolls...
¿Hay algún
estilo de música que no pinches?
¿Te
contesto? ¿Reggeaton, bachata? (Luego se pone algo más serio:) No suelo
pinchar hip-hop o rap, a no ser que esté mezclado, cosas como Fun Lovin'
Criminals o algo así.
¿Latina?
Depende,
algún grupo argentino o mejicano, sí cae, claro. (Antes no lo he puesto,
pero en la música que pinchaba en los ochenta, también estaban los Tequila).
¿Gran
Bretaña o Estados Unidos?
Estados
Unidos.
¿Rock and
Roll o garage punk?
No jodas,
viene una de la otra, ¿no?
¿Y si te
obligo a elegir?
Me quedo con
los Sonics.
¿Soul o
Blues?
Soul.
¿Tienes la
sensación de que el Panorama es un icono o algo parecido?
Para nada.
¿Un icono? ¿De qué? Qué va. No soy consciente de que en Barakaldo el bar sea un
icono de nada. Una referencia de algo, no sé de qué, pues igual sí. El bar está
apartado, fuera de la zona de bares y de las modas musicales, así que supongo
que, de alguna forma, es como un oasis o algo así.
Un oasis. Una nochevieja recuerdo a mi amigo D, digamos que D, pidiéndole una y mil veces que le pusiera el "Wonderwall". Y cada vez que lo hacía, D volvía con cara de gilipollas: "que no, que no me la pone". La misma que se le quedaba a otra amiga, que incluso intentándolo con sus armas femeninas, no consiguió que sonara Macaco. O igual sí lo hizo, ya no me acuerdo. El que nunca ha conseguido que suene nada, es un servidor, al que se le han ocurrido las preguntas (y se le ocurrieron más, que se guardó). He tenido mi oportunidad y he estado ahí en la cabina, pero a unas horas tan intempestivas que la tormenta no me dejaba ver más allá de mis narices. Me entiendes. Puede que también sea porque yo no llevo treinta años abriendo el bar prácticamente cada día. Él sí. Y algo de lo que ha sucedido en todo ese tiempo, ya nos ha contado en esta entrevista. Si queréis saber más, preguntadle a él. En la calle Francisco Gómez, muy cerca de las viejas escaleras del antiguo Matadero,ahí está, el Pano. Detrás de la barra, Javi. Y Mikel. Y, a veces, el otro Javi. Y, por todo el bar, música, que te guste más o menos, es música de la buena, de la que cuando pasen otros treinta años, y estemos todos donde quiera que nos haya tocado estar, la escucharemos y nos teletransportará, de alguna manera, a una lonja con un baño de color rosa y un camarero de pocas palabras... pero muchas canciones.
Un oasis. Una nochevieja recuerdo a mi amigo D, digamos que D, pidiéndole una y mil veces que le pusiera el "Wonderwall". Y cada vez que lo hacía, D volvía con cara de gilipollas: "que no, que no me la pone". La misma que se le quedaba a otra amiga, que incluso intentándolo con sus armas femeninas, no consiguió que sonara Macaco. O igual sí lo hizo, ya no me acuerdo. El que nunca ha conseguido que suene nada, es un servidor, al que se le han ocurrido las preguntas (y se le ocurrieron más, que se guardó). He tenido mi oportunidad y he estado ahí en la cabina, pero a unas horas tan intempestivas que la tormenta no me dejaba ver más allá de mis narices. Me entiendes. Puede que también sea porque yo no llevo treinta años abriendo el bar prácticamente cada día. Él sí. Y algo de lo que ha sucedido en todo ese tiempo, ya nos ha contado en esta entrevista. Si queréis saber más, preguntadle a él. En la calle Francisco Gómez, muy cerca de las viejas escaleras del antiguo Matadero,ahí está, el Pano. Detrás de la barra, Javi. Y Mikel. Y, a veces, el otro Javi. Y, por todo el bar, música, que te guste más o menos, es música de la buena, de la que cuando pasen otros treinta años, y estemos todos donde quiera que nos haya tocado estar, la escucharemos y nos teletransportará, de alguna manera, a una lonja con un baño de color rosa y un camarero de pocas palabras... pero muchas canciones.
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