Pániko a una resaca ridícula




Me había prometido que no iba a hacer crónica de este concierto por una sola razón: no destrozarlo. 
También pensé hacer algo así como diferente, original, ridículo: inventarme algún personaje, hacer ventrilocuismo musical, yo qué sé. Qué sé yo. Incluso, empecé a escribir esto:

Listado abreviado de frases (algunas no se dijeron pero se pensaron) sucedidas durante el concierto de los Paniks el viernes 13 de Septiembre de 2013 (kapikua) en el Antzokia de Bilbao:

- "Son buenos de cojones"
- "Cómo se le mueve el flequillo (tupé)"
- "¿En qué está cantando?"
- "Qué más da"
- "El Zebu pone cara como si le costara terminar el sudoku"
- "Contrabajo en contrapicado, tú"
- "Patxi es bueno, eh"
- "Son buenos de cojones"
- "Me duelen los témpanos, perdón, tímpanos"
- "Vámonos de piknik piknik timbá timbá"
- "Mira a la japonesa grabando"
- "¿Qué lleva en la cabeza?"
- "¿Es el mismo contrabajo del de Maha?"
- "Son buenos de cojones"

Pero luego me cansé. Y al final, escribo lo que sigue que no sé si es crónica ni sé por qué lo escribo, pero luego me cansé y preferí no volver a recapacitar o arrepentirme:

Volviendo en el metro, guardé la compostura, y sin imposturas, la que me acompaña siempre dijo: "yo creo que los Paniks les han dado un repaso a los japoneses." Y yo asentí. Sentí lo mismo que ella, que la electricidad me subía por las piernas y me electrocutaba las caderas. Empezó el concierto que parecía que lo íbamos a ver en petit comité y terminó como un complot alucinado contra el sopor y la amargura. Persistía en la cabeza esa letanía codificada que parece nigromancia regenerativa. Alaridos antidepresivos, guitarras afiladas, el mismo ritmo enfático que dibujaría cumbres más altas que las del Himalaya en un electrocardiógrafo. Si Paniks son garaje, son garaje con trastero y todo. No digo que antes fueran peores, pero sí que ahora suenan que te vibra hasta la rabadilla con el contrabajo (muy bajo en esta ocasión) y un segundo guitarrista que podría sacar música de mi tostador. Sus canciones no son redondas porque tienen más aristas que una figura geométrica en una sala de espejos, tienen más púas que un alambre de espino, tienen más jugo que una macedonia ciclópea. 

Ala, me he quedado a gusto. Y sin cansarme. Y hay aquí quien se está riendo, no me extraña, yo lo hago por dentro.    

Ya estábamos de vuelta en la ciudad fabril y aún andábamos dándole vueltas al concierto de Theee Bat. Más punkies que garajeros, el bajista casi me clava su bajo vintage en las costillas y no recuerdo un pogo más áspero en aquel local, que lo habrá habido. Le voy a robar los movimientos a la cantante la próxima vez que baile, porque, como dice Simon Frith, el baile es el fundamento de la música popular. Por lo demás, ése fue el problema, que nos fijamos más en "lo demás" que en "lo que más importa". Y quizás la culpa fue nuestra o... de los Paniks, porque no es lo mismo comer anchoas después de comer percebes, no es lo mismo comer sushi después de comer karramarros. Qué gilipollez. 

Me he prometido no hacerme más promesas. También he prometido con urgencia que rebajaré el espíritu con agua del grifo, pero veremos. Veremos más conciertos y leeremos mejores crónicas, pero, mientras tanto, bailemos sueltos y lúnaticos... que es bailar.

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