Este video ya lo he puesto antes.
Lo colgué porque aparece alguien vestido como alguien. Uno se murió (o quizás no) antes de que yo pudiera llegar a conocerle, al otro alguien le llegué a conocer y por eso colgué el vídeo.
Ahora, vuelvo a hacerlo, y solo había una razón en el principio: ayer estábamos esperando nuestro turno en la fotocopistería y había un anuncio de un autónomo que se ofrecía a arreglar guitarras. Yo le pregunté si le había hablado del video y como cabeceó de izquierda a derecha, acabé hablándole de él de todas formas. Le prometí que lo colgaría en el blog y así podría verlo, aunque no creo que deje de comer si acaba por no verlo, pero bueno.
Yo lo cuelgo.
Además, en el final, apareció una segunda razón: esta mañana conducía en la espesura oscura de la autopista mal iluminada y no acababa de transportarme lejos la canción que cantaban los Tame Impala. Me puse a pensar en cosas, que no es un plural que signifique mucho pero sí variado, y entre tanto me acordé de lo que prometí ayer entre olores de tinta fresca y motores acalorados. Me lo apuntaba en la agenda mental que llevo tan mal como la electrónica que no tengo, cuando me acordé de algo que sucede en el video y que veréis cuando la guitarra empieza a estar terminada y empieza con la decoración, y entonces me acordé mejor de la canción y recordé una línea que deslizó, como quien no quiere la cosa, en esta canción, Mike Cooley, el guitarrista, sonriente al final del vídeo con su guitarra en la mano. Y no es para manos, una guitarra fabricada por Scott Baxendale y con diseños decorativos de Wes Freed. Baxendale pasó por Kansas, Nashville y Texas, antes de instalarse en 1998 en Denver, Colorado, y abrir la Colfax Guitar Shop que aparece en el vídeo. Antes de eso, arregló guitarras a gente como Johnnny Cash, Hank Williams Jr. o Elvis Costello, se las hizo a clientes tan reputados como Willie Nelson, Dave Alvin o John Mellencamp y ahora cuenta con clientes que se equiparan o incluso superan en fama a Cooley y sus Drive-by-Truckers: Justin Townes Earle, Johnny Depp o Henry Rollins Band por nombrar a tres. Wes Freed, por su parte, amén de ser actor e intentarlo hasta hace unos años con la música (y un fanático de la NASCAR) es también el responsable de la estética de los álbumes de Drive-by-Truckers, reconocible casi con los ojos cerrados.
Lo colgué porque aparece alguien vestido como alguien. Uno se murió (o quizás no) antes de que yo pudiera llegar a conocerle, al otro alguien le llegué a conocer y por eso colgué el vídeo.
Ahora, vuelvo a hacerlo, y solo había una razón en el principio: ayer estábamos esperando nuestro turno en la fotocopistería y había un anuncio de un autónomo que se ofrecía a arreglar guitarras. Yo le pregunté si le había hablado del video y como cabeceó de izquierda a derecha, acabé hablándole de él de todas formas. Le prometí que lo colgaría en el blog y así podría verlo, aunque no creo que deje de comer si acaba por no verlo, pero bueno.
Yo lo cuelgo.
Además, en el final, apareció una segunda razón: esta mañana conducía en la espesura oscura de la autopista mal iluminada y no acababa de transportarme lejos la canción que cantaban los Tame Impala. Me puse a pensar en cosas, que no es un plural que signifique mucho pero sí variado, y entre tanto me acordé de lo que prometí ayer entre olores de tinta fresca y motores acalorados. Me lo apuntaba en la agenda mental que llevo tan mal como la electrónica que no tengo, cuando me acordé de algo que sucede en el video y que veréis cuando la guitarra empieza a estar terminada y empieza con la decoración, y entonces me acordé mejor de la canción y recordé una línea que deslizó, como quien no quiere la cosa, en esta canción, Mike Cooley, el guitarrista, sonriente al final del vídeo con su guitarra en la mano. Y no es para manos, una guitarra fabricada por Scott Baxendale y con diseños decorativos de Wes Freed. Baxendale pasó por Kansas, Nashville y Texas, antes de instalarse en 1998 en Denver, Colorado, y abrir la Colfax Guitar Shop que aparece en el vídeo. Antes de eso, arregló guitarras a gente como Johnnny Cash, Hank Williams Jr. o Elvis Costello, se las hizo a clientes tan reputados como Willie Nelson, Dave Alvin o John Mellencamp y ahora cuenta con clientes que se equiparan o incluso superan en fama a Cooley y sus Drive-by-Truckers: Justin Townes Earle, Johnny Depp o Henry Rollins Band por nombrar a tres. Wes Freed, por su parte, amén de ser actor e intentarlo hasta hace unos años con la música (y un fanático de la NASCAR) es también el responsable de la estética de los álbumes de Drive-by-Truckers, reconocible casi con los ojos cerrados.
Pero me he perdido. Hablaba de una frase, una línea que decorará la guitarra y ha decorado desde 2008 esa canción: "I used to hate the fool in me, but only in the morning. Now I tolerate him all day long." Que si se me permite una rápida y torpe traducción, vendría a ser: "Antes odiaba lo imbécil que soy, pero solo por las mañanas. Ahora he conseguido soportarme de la mañana a la noche." Sí, torpe y demasiado rápida, pero se pilla.
Y pillo carrerilla y me quedo manco de lo intenso que me pongo porque me dijeron que el secreto para ser feliz era aprender a aceptarse a uno mismo, averiguar cómo quererse si se puede, y me vas a perdonar, pero a mí me cuesta lo mío, aunque le ponga brío e interés, porque me veo en el espejo, o me oigo hablar, o releo lo que escribo, o me pillo en un renuncio, o me cuento las mentiras, o me tiño los defectos pero sigo viéndolos, y me cuesta aceptarme, así que no te cuento quererme. Cooley no lo pudo decir mejor en un par de frases que contienen más que lo que cabe en menos de un par de docenas de palabras.
Dos razones, una al principio, otra al final, para volver a escuchar, en el momento más oportuno, el "The Perfect Timing" de Drive-by-Truckers:
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