Nacho Vegas no lleva tilde




Menos mal que la palabra tilde no lleva tilde. Eso me ayuda a explicarme. Alguno seguro que sabe de que (tilde here, men!) le hablo. Tengo, al parecer, un gusano en el ordenador. Un virus curioso que transforma las tildes en dobles acentos. El ejemplo que siempre se usa para ilustrarlo es el siguiente: cami´´on. Me he quedado sin tildes, me he quedado sin entrada. He buscado en internet una manera apropiada para solucionarlo y las hay, pero me parecen complicadas, con lo que he decidido esperar hasta mañana y pedir sopitas. Mientras tanto, me digo, tienes dos opciones: o escribes en el idioma de Elvis Presley o escribes sin tildes. La primera la he descartado porque la segunda me parece apasionante, todo un reto, un rompecabezas. Y en ello estoy, jugando a escribir sin escribir palabras tildadas, evitando el pasado simple y abusando del presente perfecto porque los participios no tienen tilde. Por ahora, va bien, aunque, la verdad sea dicha, con esto de explicar mi problema con las tildes, va a sacar nuevo disco Nacho Vegas y yo sigo explicando mis problemas con el ordenador en lugar de hablar de mi libro.
Ya que he venido para eso, hablemos de mi libro.
Nos libramos de la modorra y nos animamos a coger el metro al extrarradio. Festival alternativo y musical en Basauri con nombre evocativo que sirve para resumir sensaciones: MAZ. Y es recurrente hacer la gracia y repetir que quieres MAZ! En fin.
A medio concierto de The New Raemon me hice el listo y le dije a ella que le iba a explicar la diferencia entre un buen letrista y un letrista excepcional. Y gracias a la cerveza que llevaba bebida, consigue descartar el suicidio repentino. Le explico que R. R. (y conozco su nombre pero lleva tilde) es un letrista aceptable y Nacho Vegas un letrista extraordinario.
No voy a repetirlo porque bastante lucimiento tuvo el momento como para ponerme en evidencia ahora que recapitulo. Pero, en resumen, alababa las virtudes de Vegas para contar historias que invitan a que uno mismo adopte las sensaciones, en lugar de parir las sensaciones por parto natural. Ya en el momento me di cuenta de que esto solo alcanza a ser una debilidad personal, pero yo, por si acaso, tuve a bien convertirlo en un criterio poco equitativo. Y, lo dicho, ella asiente porque me quiere y me acepta tal y como soy.
El caso es que se me ocurre que en lugar de hablar del concierto, si tanto me gustan las historias, bien puedo escribir yo la propia en lugar de hacer juicios de valor. Empiezo a escribir con ese objetivo y no llego muy lejos porque no se me ocurre nada y porque me encuentro de morros con la excusa perfecta: no hay tildes, no hay entrada. Y sigo queriendo escribir la entrada, con lo que acepto el reto de evitar los acentos, y regreso a lo conocido: me gusta, no me gusta, por esto y por lo otro. Si hay algo mejor que hacer, mejor hacerlo que seguir leyendo, pero bueno.
En resumen, que Nacho Vegas, con comentarios futboleros o sin ellos, ha vuelto a demostrar que los partidos los ganan los equipos y no los delanteros centro. Con Abraham Boba y Xel Pereda en las bandas y Manu Molina llevando el centro del campo, cualquiera remata solo a gol. Puede que hoy se pase la tarde pegado al transistor, esperando que Clemente obre el milagro en La Rosaleda, pero el viernes Vegas ya hizo lo suficiente para que la suerte se ponga de su lado. Sin sobresaltos, sin aspavientos, a un ritmo lento pero solemne, los conciertos de Nacho Vegas solo guardan una sorpresa: aguardar que cante lo que quieres que cante. Y yo llevaba mucho tiempo esperando que se nombrara a Michi Panero en un concierto. Por lo tanto, chapeau. Me fui a casa bien contento. Y para hacerlo completo, a ella, sumisa y recelosa, no le hizo falta tomar otra cerveza para que asintiera satisfecha. Doble voltereta mortal y para casa con ganas de escuchar otras canciones, tantas canciones como tildes tiene el diccionario castellano.
Y R.R. se lleva su parte del pastel. A mi parecer, mejor con electricidad que sin ella, aunque las canciones que le aprecio y disfruto las toca en solitario y sin enchufes. Hablador y bien educado, seguro de su voz, bien acompañado y sin prisas, dijo por dos veces que alguna de sus canciones era ñoña, pero eso no le detuvo a la hora de cantarlas. Era la primera vez que le escuchaba en directo y me quedaron ganas de volver a hacerlo.
Punto y aparte.
Stop.
Ya vale.
Me duele el ingenio de rechazar palabras. No he podido o no he sabido hacerlo mejor. No he dicho o no he sabido decir nada de lo que, en realidad, quise decir. Las tildes dominan el mundo, por dios. Esto ha sido peor que la gran broma final. 

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