Jairo Zavala dice que la memoria tiene hijos poderosos que siempre vienen a verte. Echo de menos cuando no teníamos memoria. La memoria tiene retrovisores. No había que mirar atrás ni para coger impulso. Pero nos hacemos viejos, y hacerse viejo consiste en que tu cabeza se convierte en un puto desván lleno de cachivaches que no valen para nada. Cuando tenía 20 años, estos se pasaban horas y horas ensayando el "Fear of the Dark" en el local de ensayo. El miedo a la oscuridad significaba emoción, inquietud, se electrificaba tu cuerpo; ante el túnel tenebroso mirabas hacia adelante. La oscuridad te atrapaba. Ahora, el miedo es otro. La oscuridad es más profunda. El túnel está de espaldas. Da miedo cuando escuchas de nuevo una canción y ha cambiado por completo. Da vértigo darse cuenta de cómo hemos cambiado, aunque haya sido para mejor. La memoria es poderosa, sí. He seguido cantando esa canción en la ducha año tras año. Tararear letras no es lo mío y no sé por qué cuando me ducho solo me sale una vieja canción de Silvio Rodríguez y los Iron Maiden. Habría sido acojonante que en lugar de sustituir en los 90 a Dickinson por Blaze Bayley, hubieran contratado a Silvio Rodríguez. El otro día tuve una pesadilla soñando con esto. Pero ahora miramos atrás. Hablamos en pasado. Visualizamos en blanco y negro. Me da vértigo. A veces, me pone triste. Me da miedo. Un miedo intenso, distinto, una oscuridad tan blanca y luminosa que me paraliza. Aún así, pongo cuernos, muevo la cabeza, me desabrocho la corbata e intento recuperar la melena. No puedo evitarlo: la electricidad es de bajo consumo, pero sigue siendo electricidad.
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