La una de la mañana. Todavía delante del ordenador. Hoy no voy a leer. Me levanto y busco en los bolsillos de la chamarra: en el de la izquierda, el reproductor. En el de la derecha, los cascos. La busco. La encuentro. Ahora no puedo, pero en cuanto termine de escribir, me acostaré, apagaré la luz y volveré a dar a ese botón mágico que regresa al principio de la canción. Y así, mientras Ramón me canta la canción para acostarme, cerraré los ojos, como "Elena-na" y, mañana será mejor todavía.
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