The Drones

Shark Finn Blues. Por ahí empecé. No es el principio, pero tampoco el final. Y no me quedé en el dique viendo mi sombra desplegarse. Me metí en la boca del tiburón y acabé brindando con Jonah en el vientre de uno que era tan grande como un submarino. Y ahora he llegado a la tierra donde el libro dijo que encontraría oro. Pero esto es polvo, un polvo gris y grietas oscuras que laceran la tierra quemada. Oigo a Gareth gritar. Oigo a Gareth gritar mientras el cosmos le traga y grita que es mejor aprender a nadar. En lugar de llorar, he aprendido a beber y mear, le contesto, le grito, le veo hundirse mientras intento clavarme al suelo y no tener miedo. Nunca tener miedo: lo probaré todo, todo lo que crea que es bueno, haré cualquier cosa, cualquier cosa que crea conveniente. Nail It Down. Por ahí he terminado. No es el final, pero tampoco el principio. Gareth Liddiard y los demás, su pareja, el nuevo guitarrista que se apellida Luscombe o algo así y otro australiano que toca la batería acaban de sacar nuevo disco: Havilah. ¿En qué bar del pueblo he visto yo un póster de ellos, por cierto? Parecen tipos muy serios. Inquietantes. Si me preguntara un colega con la cerveza en la mano le diría que Gareth está como una puta chota. Dice que esta vez quería escribir letras más abiertas. Aquí todo el mundo se abre... Algunas frases son lacerantes porque me apetece usar esa palabra por segunda vez, las letras, en general, son desconcertantes, hipnóticas, me la sudan. Me la traen floja cuando Gareth grita y luego se ahoga y luego llora y luego susurra y grita otra vez como si se la acabara de morir un hijo de seis años y eso ya lo dijo Quico Alsedo, cuando estaba de resaca. Me la soplan cuando el nuevo estampa su guitarra contra los tímpanos del incauto que se deja atrapar, se deja llevar, como un cadáver flotando en el río (mira en la wikipedia y entiendes el chiste estúpido). Cuando me muera, si es que me muero antes de que cambie de opinión, quiero que toquen Shark Fin Blues en la capillita del tanatorio. Y, ahora, mientras tanto, voy despejándome con Nail It Down, The Minotaur o The Drifting Housewife. Como soy un tipo muy disciplinado, solo una: Nail It Down. ¿Cómo serán las batallas musicales entre los políticos australianos? Si me reencarno, si es que me reencarno antes de que cambie de opinión, quiero reencarnarme en australiano, aunque sea en un koala, pero australiano.

Comentarios