Esto ocurrió en 2014. Lo sacaron, a tredias, DDT Banaketak, Back to Mono y Politburó Recording Fiasco. También lo grabaron en tres sitios: Bigorringo Records, Love Attic y en Tala. Por lo tanto, de la mano de tres personas, David "Maha", Aníbal Banana e Iain McLaren. Pero ellos eran cinco. Sonaban arrolladores. La intensidad se palpa desde el primer minuto. Dos años más tarde, grabaron otro par de temas. Igual de buenos. Luego no sé qué pasó. Desaparecieron. Se internaron en la jungla y nadie más volvió a saber de ellos.
Pero nos dejaron esto: Euskal Primate School de La Hora del Primate.
Dentro, once temas, principalmente en castellano, pero también se oyen el inglés y el euskera. Hay un tema instrumental y otro en el que solo gritan, así que podemos decir que son dos. Una es la primera, y se titula "Venus, Jupiter, Saturno, irrintzi ta flato" y no me preguntes por el significado. La otra es la última, y se titula "Welcome to the Jungle", pero no tiene nada que ver con Guns'n'Roses. De hecho, es como una experiencia intertextual. Tienes que haberte comprado el vinilo, sacar la hoja que viene dentro y ver que por un lado tienes las letras y los créditos, y, por el otro lado, lo que buenamente pudiera ser una estampa de un bosque vizcaíno o un rincón florido en Yosemite. Debajo, en una letra diminuta pero leíble, pone: modo de empleo, 1. Reproduce el tema 11 del CD (welcome to the jungle) y 2. Relájate y mira fijamente la foto. Yo no lo he hecho. Me da miedo, pero puedes probar.
Nos vamos a centrar en los otros nueve cortes, para convencerte de que merece la pena escucharlo, de que han pasado once años desde que lo grabaron pero sigue fresco e irreverente, vehemente y penetrante, antes y ahora.
Y, por una vez, me voy a liar la manta a la cabeza y ordenarlo de otra manera. Así, te digo que distingo dos bloques... y luego "The Plague". La distinción la hago atendiendo a las letras, que la música es lo que las une a todas porque son hijas de la misma implosión sónica. Si te fijas en lo que cantan, que se barrunta al fondo, como un misterio insondable, entre la fronda de los instrumentos, yo, como te decía, distingo dos bloques. Por un lado, estaría la parte íntima, y, por la otra, la política. Temas como "Ingrid Bergman", "Bien común", "Comisario" y "Barro" contienen más bilis, más reivindicación, más compromiso. Suceden con los pies en el suelo. Otros, como "Primatea naiz eta harro nago", "Salvaje", "Largo de aquí" o "Primate, Back to Mono" trepan por el árbol, ahondan más en la inspiración creativa del proyecto: ese grito aborigen, indomable y simiesco, que, en realidad, dice mucho más de lo que parece. Luego está "The Plague".
"The Plague" no desentona en el universo musical de estos tíos. Abre el saxo, se interna en la espesura de la percusión y las cuerdas, y enreda por la oscuridad. Hay referencias bíblicas y tiene un fondo apocalíptico. Musicalmente no tiene nada que ver con la canción del mismo título que publicaron Los Paniks años antes, ya que esta la dobla en duración, por ejemplo, pero la letra es la misma. Si tienes curiosidad, es aquella que, en el Panik Kontroversy, empezaba con una pizca del "Bernie's Tune" de Gerry Mulligan.
Los otros dos bloques que me he inventado tienen en común, como ya he dicho, lo principal, la música: nunca atemperada, siempre intempestiva; contundencia, casi vesania, en el ritmo; intensidad en todos los patrones, en cada acorde; la voz hundida, como parte de la arquitectura instrumental; caos que tiene forma y orden, orden que se deforma en el caos. Si quieres las etiquetas de costumbre: rock and roll mezclado con garaje, toques soul, actitud punk, hardcore disuelto en licor... Ponle a lo que quieras el prefijo post.
"Primatea naiz eta harro nago" contiene guiños evidentes a Negu Gorriak. El estribillo bien iterado, como el riff que sustenta la canción, consiguen mantener el idilio. "Salvaje" incide en la investigación de ese estadio primario. Lo rústico se evoca aquí de tal manera que queda completamente constatado: "Buma Ye" podría ser el resumen final, el sello en el parte médico. "Primate, Back to Mono" es la más larga del lote y vuelve a indagar sobre lo silvestre y bárbaro. Es la canción que elegiría para explicar qué es la intensidad cuando usas la palabra para hablar de esta banda. Finalmente, "Largo de aquí". Dos planos se acoplan al principio hasta que explotan. Un estribillo que no parece serlo pero que se puede gritar a pulmón y esas guitarras que lo alargan y entra el bajo como una pulsión definitiva: maravilloso alarido antediluviano. Este sería el bloque que llamé íntimo. Sin embargo, este arrebato primario, como decía antes, no es solo baile y alarido. De alguna manera, también hablan de su posición en el mundo: hay quien vive a la sombra del árbol de Gernika y quien se sube por sus ramas para balancearse como un simio.
El bloque político es, si me lo permites, el que más me excita. Desde "Ingrid Bergman", que se mueve entre la locura controlada y la contundencia instrumental, hasta "Barro", mi preferida de la colección. La de Bergman tiene esa letra escueta que pertenece a una película de Hitchcock. Por ser la primera, quizás, entra con más graduación. "Barro" tiene como un eco hipnótico dentro, como si rezumara. Además, se abre con unos versos que, te lo digo y probablemente no ocurra, si algún día escribo un libro, irá en solitario en la primera página: "Sigamos con este desastre / de quienes hacen obras de arte / con dinamita y con sangre, / con amor y con mucha hambre." También en este bloque entrarían las más explícitas, aunque sea subrepticiamente: "Bien común" y "Comisario". En la primera, engatusa ese inicio sobre el plato y el estribillo tiene eco. En la segunda, las guitarras son más revoltosas y la crítica más directa.
Lo de los bloques es una chorrada mía y lo de hacer una entrada tan larga y aburrida, también. El disco es mampostería fina. Puede servir como terapia de choque. Primate vendría a ser sinónimo de libre e irreverente. Si el rock and roll alguna vez estuvo cerca de cumplir lo que prometía, tiene que ser muy parecido a esto.
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