Pollos Asados


 

Una vez más, MFC Chicken en Bilbao. Y, esta vez, no frieron el pollo, más bien, nos asamos, y, sí, sé que no es original, pero permíteme que haga referencia al calor que hacía y que así te des cuenta de que soy uno más de esos cronistas grises y caducos que tienen que hablar de la temperatura, una que luego seguro que uso para hacer metáforas musicales, y así, aún más, me hundo en el lodo más profundo del cliché. Touché, diré. Yo me repito como el ajo, pero estos, aunque sigan haciendo rock and roll del de siempre, con tupé, corbata Kentucky y mucho saxo tenor, suenan, y no me preguntes por qué, igual de frescos y lozanos que Elvis Presley en el show de Milton Berle. Esto fue en el Crazy Horse, que ya presentaba una terraza repleta de gente con hambre y ganas de cháchara, antes de que empezara el concierto. Luego, irían entrando poco a poco, hasta que aquello se petó y no había sitio ni por los costados.   

De hecho, ellos ya estaban con ganas de empezar. Parecía que estaban esperándonos a nosotros, o a que alguien usara una de aquellas viejas pistolas de fogueo, para que diera comienzo la maratón. Fue más bien un decatlón, con el disco siendo el saxo, la jabalina la guitarra, la pértiga el bajo y el batería llevando todo el peso. En ese momento, se le ve como nervioso, ansioso, con ganas de empezar, mirando al personal y esperando una señal. No la da Spencer Evoy, quien sonríe en el medio con el saxo en el regazo, paciente, y sí el menor de los Criscuolos, quien se gira, mira al batería, le invita por su nombre, y con el primer batacazo, se arranca el espectáculo. 

La primera era nueva, de su último y reciente disco, que puedes encontrar en Folc Records: "[Ain't Nobody] Meaner than My Baby" era el título de esa canción. No será la única que incluyan en el repertorio. Ya casi al final, con "What a Life", el bajista Zig Criscuolo se guaseará de un compañero porque saca un peine para atusarse el tupé. No será el único de la banda que lo haga, por cierto, aunque Ravi Low-Beer no, claro. Todo lo tienen estudiado: cuando a Evoy le da un telele programado en "Rumble Strip", se quita las gafas para no perderlas y poder agitarse mejor. Precisamente en el fragor de un rockanrol instrumental, es lo que pierde el batería, sus gafas. Y cuesta encontrarlas, que las buscan hasta con la linterna del móvil y en un rincón acaba por encontrarlas el otro Criscuolo, Dan. 

Ostias, lo voy a hacer. Te voy a decir una chorrada que se me acaba de ocurrir: ¿sabes cómo se llamaba la ciudad polaca de Gdansk? Sí, Danzig, como el grupo que fundó Glenn Danzig tras su salida de los Misfits. El jueves, en el concierto, los dos Criscuolos ocupaban cada uno su esquina. En una Dan, en la otra Zig. Dan y Zig. Danzig. No se parecen los MFC Chicken a Danzig. En nada, claro, pero hay un temblor nuevo en los temas que han recogido en Milk Chicken. No sé si es la lactosa lo que ha cambiado el sabor del pollo, como pasa con las vacas de Kobe y la cerveza, pero a mí me suenan más rugosos y contundentes. El contraste entre los nuevos temas y los que ya conocíamos hizo que el repertorio fuera incluso más sugerente. Y antes de seguir adelante, pido perdón por la boutade de Danzig. 

Qué más te diré. Podría copiarte todo el repertorio, que fue largo aunque el concierto se nos hiciera corto, pero no lo voy a hacer. El rock and roll, el surf y todo eso a lo que le pongas billy detrás y que no sea para hablar de librerías del Ikea sonó a raudales y con la habitual querencia por lo ígneo y bullicioso, que así son ellos, sonrientes, dinámicos, bien engrasados y grasientos, que siempre parece un adjetivo de obligado uso en las crónicas de sus conciertos. Llevaban poco tiempo en ejercicio y ya salieron por los costados para evitar la baranda de forja y juntarse con el público. Es más, creo que andaban tocando "New Socks" y a petición del guitarrista sacaron una caja de plástico roja, de envases para una conocida marca de refrescos, y que así pudieran subirse arriba y asomarse por encima del muro, que no les va nada a estos pollos eso de quedarse dentro de un gallinero. 

El final fue efervescente, como no podía ser de otra manera. Nos llevaron a la playa, y lo anunciaron en castellano, y dijeron eskerrik asko antes de grabarnos con el móvil para celebrar lo bien que les había quedado su popular "Wine, Women, Rock & Roll". Faltaban un par más, el doblete avícola, con "Goin' Chicken Crazy" y "Chicken, Baby, Chicken", con la que se despidieron, agradeciendo a Xabi Señor No que les hiciera el merchan, y obligándonos a chirriar las rodillas para agacharnos antes de saltar hacia las brasas de la parrilla. 

La gente bailaba a mi vera y, aunque yo no me uní, mirabas alrededor y veías a la gente sonreír, lo que siempre parece encenderte un poco más el interior. Yo lo vi todo así, que no me bebí más que un par de cervezas, por si quieres garantía, que avales ya no tengo, no me quedan, puede que a partir de hoy me dedique a la marimorena. 


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