La enésima misión tripulada de la NASA


El viernes pasado bajamos hasta el Apolo, y el plural está bien utilizado porque bajamos en comandilla, toda la tripulación, para participar, como decenas de personas más, en el despegue de la enésima misión tripulada, que es una chorrada tan grande como el megacohete ese que acaban de lanzar, pero no se me ocurría nada más para titular la entrada y había que estirar la ocurrencia. Ya me he cansado: el chiste malo se ha agotado y paso a lo que importa. El rollo era que había bolo en las fiestas de Zuazo (había muchos, en realidad, pero hubo que elegir) y nos fuimos hasta primero de Mayo, mártires de Chicago, revueltas en Haymarket, para ver en directo el festival que se habían montado la peña del Bar Apolo y el Bar Abad. En medio, estaba la Peluquería Mixta Ileak, que en su puerta nos cobijamos para ver a la primera banda cuando la zona se petaba y la gente se cortaba a la hora de acercarse a un escenario muy alto, uno de esos camiones con escenario rígido que a alguno por allí mismo le hicieron añorar las veladas en su aldea gallega. Pues eso, que tengo que cambiar ya de párrafo: Hombre Normal, Los Retumbes y Putakaska en concierto en fiestas de Zuazo y siempre es un placer acercarse hasta el Apolo donde te tratan tan bien, tienen la cerveza fresca, y montan expediciones tan musicales que no llegan a la luna pero ni falta que hace. 

Hombre Normal fueron los primeros en actuar, que se les veía con ganas, hasta el punto de que su batería sustituyó al de Putakaska en la prueba de sonido. El titular de los Putakas llegó luego, aún con la mochila del curro en la espalda, y se cascó, que lo contaremos después, un bolazo en el que no se guardó ni un gramo de fuerza, que había que verlo luego doblado en la furgoneta, intentando recuperar el resuello, después del doblete curro-bolo. Una ola para él, pero ahora debemos volver a Hombre Normal. Formato trío, gente veterana de la escena, a los que hemos visto en otras bandas, que destacaron por acercarse al pop más ochentero pero con su propio pulso; letras, en ocasiones, surrealistas, otras veces, directamente alucinógenas, y, en ocasiones, un tanto manidas, pero resueltas, que pasaban del amor romántico al exabrupto violento sin que nadie pudiera esperarlo. Arrancaron con instrumental, saludaron "¡Gabon Zuazo, somos hombre normal, a veces!" y le empezaron a dar con ganas, jugando a las dobles voces y saliéndose del patrón del pop cuando les daba la gana para agargantar las melodías o atravesar las armonías a guitarrazos. Tuvieron abajo a los Txapajo y su cuadrilla animando a la audiencia hasta que uno de ellos se subió a cantar con la banda porque estos anunciaron que iban a hacer un "spin off" de Txapajo. Lo llamaron así porque confesaron no ser muy amigos de las versiones, aunque luego se hicieron una de Modestia Aparte, si no recuerdo mal. Ahí es nada. 

Los segundos en cuestión fueron Los Retumbes, que siguieron el repertorio más actual, combinando instrumentales y canciones nuevas, saludando a lo Bisbal y refiriéndose a la audiencia como querido público, un público entre los que había caras de sorpresa porque muchos los descubrían y que aplaudieron, rieron y bailaron a partes iguales con hits como "Eres idiota", "Las camisetas de los Ramones" o "Tatuaje de mierda". Volvió a pasar como en Santander, que la gente que teníamos alrededor se amedrentó un poco al vernos flipar con "Más meneo", pero va ganando adeptos con cada versión en directo. Mención al falso Brad Pitt antes de "El timador del amor", otro "temeition", como dice Andi, que se podrá encontrar pronto en su nuevo disco. Por cierto, si David se merecía una ola por venir de currar y enganchar con las baquetas, Andi se merecía una tormenta entera, por tocar con la rodilla hecha un cristo (lo dijo él, que la tenía de goma por subir hasta arriba de analgésicos o lo que sea) y que acabó, quizás no debería decirlo pero lo digo, en urgencias al día siguiente y suspendiendo los bolos de julio porque hay que saber parar, igual que hay que saber aplaudirles el guiño folclórico a nuestra ciudad, que la ciudad necesita temas como "El parque de Los Hermanos" o "Montañas de Lindano" con las que cerraron su bolo para alegría de la fauna que los conocíamos y algarabía de los que les estaban descubriendo. Había uno que aplaudía al lado mío con cara circunspecta a modo de miembro del jurado de Operación Triunfo, como dándoles su absoluto y solemne beneplácito. Hablaron de cuñados, alienígenas... Ya sabes, su buena mierda reconfortante y eso sí que es analgésico. Estate atento que volverán en Agosto y antes de que te des cuenta estará en la calle su nuevo disco, lleno de postres helados riquísimos y sabiduría sarcástica y ordinaria de la que te aclara las ideas y te endulza la vida. Bajaron, descargaron, se quedaron por allí y si llegan a llevar merchan, yo creo, ese día la petan.

Y de postre final, los Putakaska, que tenían allí una buena colección de fanáticos y fanáticas y llenaron la primera fila de pogo y reverencias a un Oli que estuvo sembrado, siempre bien asomado en el escenario como un mascarón de proa en medio de un huracán. Huracanados les salieron los temas, algunos más clásicos que otros, siempre bien llevados y traídos del manual del oi!, que no van a descubrir ahora nada, pero lo que hacen lo hacen bien bruñido y punzante. "Corre Johnny" ya alteró biorritmos y más luego cuando sonó "Verano' 86" o llegó el momento álgido con la trainera, la ría, chimeneas humeando que ya les gustaría a otras bandas tener una canción que más que en clásico se ha convertido en himno. Hasta mi hija que tiene ocho años y nunca ha escuchado un disco de los Putakas ni les ha visto en directo, si le dices "bajando por la ría...", te contesta: "... veo una trainera", aunque solo sea por el chapas del padre. Tuvieron problemas (solventados) con la batería y terminaron hilvanando una ligazón con Los Retumbes que, en lo simbólico, quedó de puta madre. Lo digo porque todo es cultura local y de la buena. Desde el garaje y sonido medway de los Retumbes hasta el oi! y el punk de los Putakaska. Todo es Baraka y todo es universal. Y quedó unido por el parque de Los Hermanos, que en ambas bandas aparece en sus canciones, y por la traca final ramoniana, Oli buscaba a los Retumbes entre el público mientras la anunciaba, que se cascaron los Putakaska y que no les habíamos visto antes. También es cierto que hacía tiempo que no les veíamos en directo y por eso, quizás, lo disfrutamos, porque pase el tiempo que pase, nos alejemos lo que nos alejemos de esa música para viajar por ahí y perdernos entre mil estilos, es oír Putakaska y que la sangre se te encienda como si volvieras a poner los pies en la tierra después de viajar a la luna en la enésima misión tripulada a la NASA. 

Y aquí paro y publico sin corregir, robándole foto a la gente de Rock Attitude y hasta las próximas fiestas de Zuazo o de cualquier otro barrio del pueblo. Amerizamos, nos vamos.

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