Tinto de Fiasco!!: Vienen tiempos de La Vacazul

Cabecera: Vamos a hacer el agosto con la nostalgia más impúdica. Salimos huyendo tan rápido de la rutina que nos trajimos solo de depósito el disco duro del portátil. Así que nos vamos a pasar el verano escuchando música que podríamos llamar antigua, subjetiva y objetivamente. Y en un ejercicio de reciclaje patético, vamos a mantener el chiringuito abierto hablando brevemente (nunca más de 30 líneas) de discos que en su día machacamos y que hacía mucho tiempo que no oíamos. Se nos verán las vergüenzas, pero a quién le importa en esta época de verbenas y barbacoas, ¿no? De etiqueta aglutinadora, un chiste malo marca de la casa pero refrescante: Tinto de Fiasco!!

Nosotros les decíamos Vacazul, sin el artículo. No sabíamos, porque no podíamos, quién iba a ser DePedro, pero la voz de Jairo Zavala, en un registro distinto a lo que haría luego con su otro proyecto, ya nos camelaba. Y uso el plural porque Vacazul, o La Vacazul, formó parte, y perdonad que roce lo íntimo, de nuestros primeros años como pareja. Quemamos aquel primer disco en los reproductores que compartíamos y aún recordamos con claridad, y creo que puedo hablar también en nombre de ella, el concierto que dieron en el Billy Pool de Bilbao. Ella se compró la camiseta. Y, de vez en cuando, alguno de los dos sale con aquello de "trallas de chinchetas..." y compartimos una mirada.

El disco es de 2004, el timbre de voz de Zavala, los teclados de Daniel Madariaga... "de qué va la vaina", no hacía falta saberlo. "Chico listo", y esas guitarras que recordaba al powerpop americano, a Johnny Kaplan, yo qué sé. "Vienen tiempos" y, sobre todo, por supuesto, "Vuelo". Y volábamos por la 59, camino de Schleswig, de regreso de ver perder al equipo de baloncesto del pueblo en Denison. Todo estaba oscuro y Jacob me pedía que le pusiera alguna canción en castellano. Yo le ponía el "Vuelo" y soltaba las manos del volante para extender unas alas imaginarias. Él se reía y yo le decía poniendo cara de porfi: "don't tell your mom on me, please". Y se reía aún más fuerte. 

Ya no es lo mismo, es cierto. Pero, las excusas, siguen funcionando. 


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