Tinto de Fiasco!!: The Best of The Frank & Walters



Cabecera: Vamos a hacer el agosto con la nostalgia más impúdica. Salimos huyendo tan rápido de la rutina que nos trajimos solo de depósito el disco duro del portátil. Así que nos vamos a pasar el verano escuchando música que podríamos llamar antigua, subjetiva y objetivamente. Y en un ejercicio de reciclaje patético, vamos a mantener el chiringuito abierto hablando brevemente (nunca más de 30 líneas) de discos que en su día machacamos y que hacía mucho tiempo que no oíamos. Se nos verán las vergüenzas, pero a quién le importa en esta época de verbenas y barbacoas, ¿no? De etiqueta aglutinadora, un chiste malo marca de la casa pero refrescante: Tinto de Fiasco!!


Yo lo que tengo es eso, un Best of o algo así. Nunca supe cómo llegaron a mis oídos ni por qué. Creo que tuvieron un relativo éxito en Reino Unido a finales de los años 90. Qué fue de ellos, tampoco lo sé. 

Creo vagamente recordar que eran de Cork, Irlanda. Creo también haber oído o leído en algún sitio que Frank y Walter eran dos personajes reales, vagabundos, o beodos populares en su ciudad. No lo sé. No me acuerdo; no me importa, la verdad. 

Yo a The Frank & Walters los recuerdo, sobre todo, porque fueron mi banda sonora particular e itinerante en mi primera ocasión en Dublín. Un día me quedé solo. Había ido a visitar a I, que se fue a trabajar allí un mes, durante el verano. Dormía en casa de unos amigos, cerca de Tallaght. Ellos tenían que trabajar y yo todo el tiempo para mí solo. Una mañana me agarré la mochila, el equipo de música, me monté en el autobús y me bajé a alguna altura de O'Connell. El resto del día, más que pasarlo, lo caminé: entré en varias librerías, en alguna tienda de discos, en un par de pubs. Me asomé al río Liffey, llamé a la puerta de la casa de Oscar Wilde, sonreí a Molly Malone y le guiñé un ojo a Phil Lynott. Evitaba a los grupos de turistas aunque yo era uno de ellos y buscaba pasar desapercibido con mis cascos, mi paso rápido y el choto de la chamarra sobre la cabeza. Y durante todo ese tiempo, sonaron los Frank & Walters. 

Con "Colours" el ritmo se aceleraba, casi iba jugando a saltar baldosas. Si hubiese sido una película, me habría puesto a cantar en alto e interactuar con los irlandeses cansados que arrastraban sus pies hacia el curro. Con "This Is Not a Song" casi me echan de Hodges Figgis. Con "After All", en un callejón, no pude evitarlo, y me puse a bailar con las manos en los bolsillos. "Walter's Trip" mientras fumaba, cruzando el Ha'penny. Con "Time We Said Goodnight", cogía ya el bus de vuelta a Knocklyon. Las urracas cruzaban la calle sin mirar y me quité los cascos para entrar al pub del barrio.

Al día siguiente, subimos hasta Hellfire Club, pero este verano no he escuchado a Imelda May. 

Me dejo llevar por lo fácil esta vez y para acompañar, vamos con "Colours":




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