Empezar de Zero

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Ellos son frescos y directos, no se andan con ostias, ¿no? Pues yo igual: bolazo. Punk-rock sin aditivos ni chorradas: rápido, fibroso, contundente, al mentón y sin guantes. Y así se cascaron, lo repito, un bolazo que se hizo corto y que no sorprende, dado el talento para esto que se veía ahí arriba: raíz, nervio, dedos rápidos, actitud y, sobre todo, buenas canciones. Porque sí, esto es punk-rock, del que se ha hecho toda la vida, pero hay matices: en las estructuras de algunas canciones, en el sonido de las guitarras, en las letras. No se puede hacer punk mirando todo el rato para atrás. Y estos miran directamente a los ojos, como hay que dar un bolo. 

La caña la arrancaron con "Como el hierro", donde cantan eso de empezar de cero. Las siguientes siguieron esa estela de crudeza y espontaneidad, con la cantante empujando la pared con su pierna, agachándose para mirar a la peña a la cara, cantando lo que cantaba con la entraña. Incluso, en "Bahuan Behin", donde la voz se agrava, se seguía por esa línea, que también tiene "Soy", pero el ritmo flexible de la batería y los juegos con la estructura, además de lanzar frases de esas que se te quedan en el hipotálamo, "soy lo mejor de lo puto peor", la convierten en un temazo, que creo que se dice así, o jitazo, o como sea; igual que lo es "Dentro de mí", que cantaron más tarde, donde se alejan de la parte que va delante del guion (punk), para acercarse a la que va detrás (rock). La letra, además, cede a la interpretación, y eso mola. La caña y la velocidad en "Todo por un like" y la experiencia y el buen pulso en "La reina del lupanar", donde supieron usar el puente instrumental para jugar al suspense y enredar con el ritmo. 

Hubo más, porque el repertorio subió de la docena, pero no puedo reconocerlas porque solo les conozco el trabajo que han publicado hasta ahora. Eso sí, prometen. Viajan hasta las fronteras del hardcore, se conocen el punk como el salón de su casa, enredan con el rock and roll, tienen eso que llamamos actitud, son cercanos y sin remilgos ni afeites, las letras se acercan a los temas tradicionales del género pero también se alejan y buscan otros mensajes... Vamos, no sé cómo te puedo decir que si no estuviste en El Cuervo, que no estuvimos muchos y algunos lo lamentarán, no pierdas la ocasión de corregirlo la próxima vez que tengas oportunidad. 

Sí, también te puedo decir que ella bajó al suelo, que ella se subió a la barra. Sí, también te puedo decir que Osoron hizo chistes sobre la música tradicional barakaldesa, y eso que le aviso el micro dándole calambre. Y también te puedo decir que el guitarrista acabó abajo, marcándose un pogo con la cantante. Y que Javi Rubio azuzaba al público, que hubo bailes en la primera fila, que cuando, en el final, le dieron a R.I.P., a alguno casi le da un telele, que parecía que había ganas de gritarla a pulmón. Hubo, de hecho, quien entró como un miura por la puerta para gritar el famoso estribillo. Ah, y, sí, te puedo decir que hicieron una versión del "Tainted Love" y que subieron luego, a requerimiento público, a tocar una última que no se sabían y que yo tampoco me la sé, pero no era Kiko Veneno, aunque coincidieran algunas palabras. 

Y ya te lo he dicho todo. Demasiado, probablemente. Ostias, ahora que me doy cuenta, y mira a que altura, lo que creo que no he dicho ha sido el nombre de la banda. Apréndetelo: Zero

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