Esto no fue ayer


Vivir en una casa prestada es algo inquietante. Parece que se suspenden un montón de certezas y cuelgan de las molduras nuevas interrogantes. Lo que antes dabas por sentado, ahora se ha convertido en deberes o tareas pendientes que te incordian con la misma tenacidad con la que tú intentas posponerlas. Qué cosa. No sé dónde tengo la mitad de las cosas. 

El sofá, por lo menos, es cómodo. 

Así que cuando llego a casa después del curro, me digo que puedo pero, en realidad, no puedo. Solo puedo elegir la posición: en decúbito prono o en supino, pero es como si ese sofá tuviera una fuerza gravitatoria propia. Asiento el culo y se me gira la cadera automáticamente para facilitar el reposo absoluto del resto de mi tronco. Tronco, que se decía antes, escúpelo ya: que estoy muy vago, sí. 

Vago con algo de razón, que es lo peor. 

No diré que preferiría tener un curro con el que me dolieran los huesos, pero lo que más me escuece de mi agotamiento, que suele ser mental, es que es difícil explicarlo y, sobre todo, peor que te lo acepten como animal acuático. Pero es que es casi físico. De la cabeza baja hasta el mismo bazo; por los intestinos, hasta la punta del dedo gordo del pie. Se te queda todo flaco por dentro, como vacío, como el globo de tripa de cerdo que ha abandonado un cabezudo sin ganas de perseguir niños. No es una imagen muy poderosa, pero a mí me vale. 

Así que sí, ocurrió hace semanas, ya no sé cuántas, y probablemente no tenga sentido contarlo ahora, pero es como una cuestión de dignidad muy íntima y testaruda que necesito consumar a fuerza de que la rutina y la faena no acaben por consumirme a mí. Te lo pongo así, fácil y que se entienda:

Que fuimos a ver el bolo de Los Retumbes y Nacho's Dick en el Barakaldo Udazkena Rock y luego no lo conté aquí, que se supone que es lo que hago. Y aunque que no lo haga no supone ningún daño ni perjuicio para nadie, ni para las bandas, ni para los organizadores, ni para las vecinas y vecinos de a pie, más bien al contrario, yo necesito hacerlo. Igual no lo entiendes, pero es así. Mientras lo voy haciendo es como si recargara la batería. Y eso que estoy sentado en el mismo sofá. Le miro de reojo y le digo: no, tío, no me pienso tumbar. Revolución lumbar. Añadiría que necesito urgentemente un bar. 

Pues eso, fue una de las citas del Barakaldo Udazkena Rock. La que tenía lugar abajo, en la Plaza del Desierto, que yo creía que era otra, porque cuando yo era pequeño, si no me confundo, estaba un poco más escorada. En el barrio que es barrio, no plan. Al otro lado de las vías del tren, junto a la ría. Vaya ventisca que había. A Kañón se le llevó el viento la gorra. Tuvo su gracia. Pero la recogió. Había ambiente en la plaza. Mucha terraza y familias de cháchara. Muchos niños que jugaban por los recovecos de la arquitectura moderna. Luces en los balcones. El trajín habitual en el corazón de un barrio. En los bares, tardaban en servirte o te servían tarde y además no sabías si podías o no podías quedarte allí de pie, así que se recurrió a la tienda de chuches y a las máquinas de frío. Vamos, que con sed no nos quedamos. Y por terminar con la descripción del lugar, simplemente añadir que el escenario estaba entre dos bloques de edificios, de espaldas al lugar exacto en el que se encuentra con la ría un Castaños muy oscuro. Por ahí había otras corrientes y, sobre todo, un montón de sillas que apenas se usaron porque tanto curiosos como interesados prefirieron permanecer un poco más alejados y quedarse de pie, porque tanto curiosas como interesadas preferimos permanecer un poco más alejadas y quedarnos de pie. Allí fue. Primero actuaron Los Retumbes y después les tocó el turno a Nacho's Dick. 

No era la última cita del Barakaldo Udazkena Rock pero creo que acabó poco después. Tengo por costumbre no dar opinión si no la tengo formada, que ocurre casi siempre. Y en este caso es difícil que la que yo piense tenga peso y consistencia cuando solo he ido a dos de las sesiones y una de ellas, la anterior a esta, se quedó por la mitad porque la actuación de la segunda banda se suspendió. Aún así, he de decir, que las impresiones, cuando menos, son encontradas. Pero no tengo mucho fundamento ni criterio ni juicio, así que mejor me dedico a lo mío, que viene a ser describir sin mucho gusto y con un aciago sentido del humor lo que creo que he visto y oído. Corrió el rumor por la plaza de que estaba por allí C.Tangana, pero no, claro. 

Los Retumbes hicieron esto:

1. Salieron y dijeron que eran "el epítome del punk" porque eran muy malos. Escarnio público contra uno mismo, un clásico. 

2. Además de un instrumental para abrir, algún otro por ahí en el medio y el "Retumbe Rock" que cerró el set antes del bis, tocaron, más o menos, lo que sigue (a falta de oficialidad me sigo inventando algunos títulos o simplemente trastocándolos):

- "Soy un animal"

- "Surfin' Fukushima"

- "Tatuaje de mierda"

- "Cansado de esperar"

- "Retumbar es mejor"

- "Las camisetas de los Ramones"

- "Eres idiota"

- "Alienígenas ancestrales"

- "Música moderna"

- "Nuevo orden mundial"

- "Tú me das dolor"

- "Me creo tus mentiras"

Comentario: es decir, algo de mandanga nueva, los hits clásicos, algunos sin publicar aún, todos crudos, sin colorantes ni conservantes, con la distorsión justa, sentido del humor incisivo, más profundidad de la que se aparenta y pocos o ningún redoble. 

3. Azuzaron a un público que no estaba mucho por la labor. O sí, pero no se prestaba el día. Nos llamaron golosones, por cierto. Niños hubo, y alguno abría la boca como aquellos lo hacían con las canciones de Phoebe Buffay en el capítulo en el que hacía un cameo Chris Isaak. Era todo un ejercicio antropológico ver los gestos y reacciones de los curiosos que, sin poder evitarlo, compararían esto que se encontraron con sus propios y personales criterios. 

4. Se despidieron haciendo un bis que se reclamaba por el fondo. Hacía tiempo que echábamos de menos canciones en directo que nos llegan muy adentro como "Montañas de Lindano" y "El parque de Los Hermanos". Cayó la segunda y, al menos alrededor mío, se tarareó y hasta se bailó como se pudo. 

5. No fue el final. En realidad, cerraron con otro clásico vándalo, su versión del "White Riot" de The Clash que ellos adaptan al castellano y por ello la llaman "Revuelta blanca".  

6. Y se fueron con la misma levedad y neutralidad con la que entraron al escenario. A ellos les gusta Billy Childish y no es solo por la música que hace sino porque la hace como la hacen ellos, mandando a tomar por culo la pompa y el artificio que a veces la rodea. 

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En el espacio que ocupan esos puntos, nos refrescamos el gaznate, nos juntamos con los protagonistas de lo anterior y nos situamos al fondo para asistir al siguiente bolo. Los Nacho's Dick se presentaron diciendo lo que sigue: "Hemos venido a hacer un poco de ruido". Lo hicieron, en un concierto más largo que el anterior, con más músicos apretados y sedentarios sobre el escenario, y un frontman que reclamaba gran parte de la atención, por estar en el centro y llevar el peso del bolo. 

Abrieron gritando a pulmón lo que sonaba a dictamen público: "Somos fanáticos del rock and roll, somos Nacho's Dick". A esa canción, "Nacho's Dick", le siguieron un par de temas del trabajo que publicaron hace un par de años, si no me equivoco, que pueda que lo haga, Atrévete. En concreto, si entendí bien: "Entre escombros" y "Mienten." Y luego siguieron, pero no te miento, por la compañía, por el cansancio, por lo que fuera, fui perdiendo la capacidad de apuntar, que las cosas, claro está, no las recuerdo por ciencia infusa. Me dediqué solo a escuchar y mirar a un cantante con planta y voz, vestido en cuero, que pedía palmas y enarbolaba un micrófono adornado con pañuelo en la parte superior. Hubo un momento en el que aquellas mismas ráfagas que sacudieron la txapela de Kañon le revolvieron a él el pelo y parecía que le estaban poniendo efectos de viento, al estilo de los ochenta en el heavy, para que se le moviera bien la melena. Sí, claro, también lo hace Beyoncé hoy en día, lo sé. Dijeron que llevaban en esto quince años, que no es poco. Hubo un momento sentido en el que dedicaron una canción a un antiguo miembro que había fallecido. Insisto en que me distraje y que no se puede decir que esta crítica tenga el rigor que suelo aplicar normalmente y me excuso otra vez. Se despidieron como en el teatro y la sensación que quedó fue lo que dijeron al principio, que son unos fanáticos del rock and roll, de ese rock and roll de las enciclopedias y la Rolling Stone, el cuero, los chalecos, los tonos altos, los solos de guitarra, los efectos de viento y todo lo que viene explicado en el manual del género. 

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Y en esos puntos suspensivos fuimos caminando hasta los barrios altos. Pero bastante digresión hice ya al principio, así que esto me lo guardo para otro día que será nunca. 

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