Algunas, pocas, canciones de 2020: Quinta entrega




Me voy, primero, de paseo, hasta Lincolnshire, que pronunciarlo bien ya es un reto por sí solo. Los Sleaford Mods hace unos trece años que sorprendieron a propios y extraños. Este año, creo que sacaron un recopilatorio, All That Glue, y sacarán nuevo disco cuando empiece el próximo. Eso sí, hace unos días, ya compartieron un corte por adelantado, dejando claro su talento para añadir nuevas palabras al diccionario de la lengua inglesa. Por no elegir ninguna del recopilatorio, ya que sería de años anteriores, aunque sea lo que he oído este año para aprovechar que me lo pusieron todo ahí ordenado, les incluimos en esta lista con lo más reciente que han compartido, ese adelanto de lo que vendrá en 2021: "Shortcummings."

Mi historia, y solo mi historia, con Sleaford Mods, es igual que mi historia con cualquier otra pasión de las muchas que he acumulado en los cuarenta y pocos años que llevo dando vueltas por el planeta tierra. Joder, si duele más que lo que da placer. A veces, caminar entero y salir de pie de una de sus canciones, aunque sean todas en línea recta, es como recorrer la sabana en sandalias mientras alguien te interroga con métodos violentos. Sales magullado, lleno del rastro de la broza, sales de un bosque frondoso y espinoso como ellos en esta canción y haciéndote la misma pregunta: "When did I get so fucking down on my knees?"

Pero hete ahí: lo que merece es precisamente esto, ¿no? Buscar en la música siempre lo mismo no puede ser sano, hay que variar la dieta, hay que abrazar el lance. Duele y place en el mismo intervalo. Esto es áspero, incómodo, revelador, inspirador. Podría poner una buena ristra de adjetivos contradictorios en fila india. Todo en uno. No tiene por qué pasarte lo mismo. Pero, a mí, es lo que me pasa. Y me encandila. 

Muchas veces, además, escucho sus canciones como si estuviera de vuelta en primero de carrera: papel y boli en mano, la única diferencia es que ahora los diccionarios son en línea. Cualquiera pilla a la primera el acento de East Midlands, la jerga y la ironía, y, sobre todo, la cavernosa enjundia de lo que cuentan. Clase obrera, barrio, la oficina del paro y alcoholismo socialmente admitido, la Inglaterra de la austeridad, la que apareció después de la recesión de 2007, que se parece mucho, aunque no tengamos bardos para contarlo así, a lo que ocurrió aquí, justo en tu barrio, tu portal, en la casa del vecino de enfrente. Te das de frente con las bruces de la realidad más amarga, y sin el más mínimo interés por depurarla o disfrazarla. Imposible no acercarse a ese ejercicio, no tomarlo como un reto, no aceptar el envite de descubrir los límites de tu propia percepción y paladar. 

Creo que así seguirá siendo en el futuro: hipnotizado por el recitado y los ruidos montaraces del señor Jason Williamson y mirando de reojo cómo pega buches a la cerveza el de Saxilby, intentando averiguar qué pasa debajo de esa gorra. 

Llueve esta mañana, esto entra aún mejor. 

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