My Man Mike



La sesión de thrashcore del miércoles en El Tubo se cerró con el plato fuerte, los coreanos My Man Mike, y estoy siendo más profesional y equilibrado en mi relato porque son las nueve de la mañana, me pitan los oídos, me quedan siete bolos que contar y me sale así la cosa. Vuelvo a la línea recta: pues lo que decía, que quedaban My Man Mike. Mike no sé quién será, pero ellos eran tres, como los Spazz, que seguro que les gustan, porque el sonido de esta banda es lo que se podría denominar como powerviolence, una vertiente del thrashcore que según la wikipedia inventaron los Infest pero vete tú a saber quién se lo ha contado a la wikipedia esta, no me fío yo. El caso es que estos tres son internacionales que te cagas: un coreano, un norteamericano y el francés que, minutos antes, había montado el espectáculo de Octopoulpe. Esta vez, solo dedicado a la batería. Parece un chiste, pero no lo es: un coreano, un norteamericano y un francés, amigos y residentes en Corea del Sur, que dirían en el Un, dos, tres.

Horas más tarde de que terminaran el bolo, seguían en El Tubo, a esas alturas, un bar desalojado. Y se despidieron de todos desde la puerta, recibiendo un caluroso aplauso de los que andábamos por allí. El coreano aún llevaba enroscada la gorra retro de la marca de bicicletas italiana Cinelli. Esa igual hay que quitársela ya con una llave inglesa. Precisamente, a él era al que mejor veía desde donde yo estaba colocado. Horas antes, quiero decir, cuando aún estaban dando el bolo. Le daban trismos cuando se dedicaba al instrumento y cuando se acercaba al micro para cantar/vocear ponía los ojos desorbitados y un gesto que me recordaban a Doug Quaid en Desafío Total, cuando intenta entrar en Marte y se le jode el disfraz antropomórfico.

Como mandan los cánones del género musical que practican (he utilizado este verbo a propio intento porque estoy siendo más profesional y equilibrado en mi relato, ya sabes) My Man Mike, tocaron rápido y fuerte, vertiginoso y granítico. A dos voces, con batería ensordecedora. Si ya estaban yendo rápido de normal, el final fue aún más exagerado. Lo explicó de los dos cantantes el que me recordó a Quaid: "We've been told to finish our show before 10 so we have to go faster and faster". Y faster and master fueron. Fastersónicos. 

No parecieron enterarse muy bien de qué iba la vaina, porque se sorprendieron de que tanta peña fuera a verlos un miércoles. O igual es que, simplemente, eran muy educados. El público les correspondió, y eso que muchos por allí no somos del rollo, pero, pollo, sabemos reconocer lo auténtico, el nervio, cuando alguien hace lo que hace con el cuerpo tenso y sin cautelas.

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