Voglio



Con sus puntualizaciones, con más o menos fervor, inclinándose más a favor o en contra, pero la verdad es que hacía mucho tiempo que no iba a un bolo en el que, al terminar, las opiniones fueran tan coincidentes. O igual es que existe aquello de la confluencia, y yo me pego a la gente que sé que opina en la misma línea en la que lo hago yo. No creo, pero bueno. Creo que esto mismo que voy a escribir ahora, lo escribí al día siguiente en un WhatsApp, pero no voy a citarme. En general, toda la peña opinaba igual y resumían el concierto así: unos pros, sonidazo, muy corto. 

Si yo fuera capaz de ser tan profesional y eficaz como ellos, escribiría esto y santaspascuas: "Los italianos Giuda, una banda de rock formada en Roma a principios de este siglo y que se mueve entre Slade y Sham 69, llegaron a un Mendigo Aretoa de Barakaldo que registró una buena entrada, para ofrecer un concierto de 45 minutos, más 10 añadidos de bis, en los que mezclaron viejos éxitos de la banda y temas de su reciente E.V.A., publicado por Burger Records este mismo año. La gira sigue en Guadalajara y les llevará también por Castellón y Badalona antes de que viajen a Londres para cerrarla a principios de mayo." Formato teletipo, 522 caracteres con espacios y te dejo que me voy al campo a sembrar remolacha. Un hacha. 

Ellos también lo clavaron. Empezaron de espaldas, con las dos guitarras y el bajo pegados a las pantallas Davoli y terminaron de frente saludando al público brevemente, primero para hacer el paripé y volver, luego definitivamente. Menos de una hora en la que se soltaron tres cuartos de paleta ibérica de bellota & roll, que, a cualquier otra banda, les llevaría más de una hora para llegar al hueso, pero ellos lo midieron todo al milímetro, apenas pararon para pegar una bocanada y no hubo, si no me confundo, un solo intento de conversar con el público. Interacción hubo, porque la primera fila se mostró enérgica y el cantante asomaba las fauces cuando masticaba el nervio de las frases, pero, por una vez, hasta me giré para mirar hacia atrás, a ver qué era eso que les tenía embelesados, por qué con tanta insistencia miraban al infinito. 

Arrancaron con una espesa "Overdrive", que también abre su último disco, y del mismo también incluyeron otras como "Space Walk", en un medley con el que rellenaron el cogollo del concierto, "No Place to Hide", "You've Got the Power" o una "Interplanetary Craft" que dejaron para el postre final. Con cortes de discos más pretéritos, especialmente del Racey Roller, rellenaron el resto de un concierto donde no pasó desapercibida ninguna pero tampoco encontramos alguna canción que destacara por encima de las demás. Todas estuvieron calibradas por el mismo patrón, esculpidas en una ejecución sin tara ni fallo, sonando igual de rebarbadas y vigorosas. En alguna canción, el cantante se giraba y les ponía perejil con una especie de organillo (no pude verlo mejor) que tenía sobre uno de los altavoces. Todo bien medido: coreografías frugales, coros enfáticos, punteos resolutivos, bien engastado todo el repertorio. Por supuesto, tienen riffs más pegadizos que otros pero, en líneas generales, todo está bien macerado y la salsa pica con gusto, por supuesto. 

Quizás, por decir algo, por dejarnos ver, nos quedaremos con dos entre todas las que sonaron. Una Wild Tiger Woman” que dejaron para el bis y el Born Under a Bad Sign” que interpretaron por la mitad. La última es, especialmente, una canción ejemplar, a la que no le hacen falta colorantes ni conservantes para con una línea de verso, un surtido de palmas, juegos corales y bien de distorsión crear un arrebato instantáneo. Básicamente, los Giuda son unos ases en eso de los ritmos intrépidos, bien percutidos, que suenan a latido, que engatusan y parecen obligarte a clavar el talón en el suelo y mover la cintura. Así terminaron, con Hold Me Tight” Hey Hey, gritando que te apartes de su camino, y así empezaron con Tartan Pants, por ejemplo, con esas guitarras medio afónicas que encandilan el nervio. 

Alguno de ellos, yo creo que ni sonrió. Igual esperabas que se pusieran a hablar de fútbol cuando cantaron la de Number 10, pero para qué. No hizo falta vestir las canciones para que resultaran eficaces. Se anunciaba rock and roll enérgico con un toque glam, nervio oi!, boot boys y guitarreo con habilidad para el estribillo y el himno hipnótico y así fue. Sin trampa ni cartón. Igual faltó algo de riesgo, un requiebro, un asombro inesperado, pero ya estuvimos ahí embelesados viendo cómo seguían la línea recta sin salirse ni un solo momento del contorno. Puede que la metáfora fuera la espalda erguida del baterista, que recordaba, un poco, a Richie Finestra de joven, y se mantuvo impertérrito e impecable durante todo el concierto. Mucho nivel, en resumen. 

Y es de agradecer que esto esté pasando en nuestro pueblo, por cierto. Algún día miraremos para atrás y nos dará hasta vértigo. 

Comentarios