Música en la casa impresionante



El viernes pasado nos pasamos por la carpa navideña que ha instalado el ayuntamiento en la plaza del pueblo. Mi hija le ha puesto mote, "la casa impresionante". "Mira qué casa más impresionante" le salió decir apuntando con el dedo cuando vio por primera vez esa estructura de plástico blanco y mecanotubo en medio de la plaza, aterrizada casi más que instalada. Y nos hemos quedado con la expresión, acuñada ya. Ya hemos visto ahí dentro, a riñonadas, magos, teatro, teatro, magos... yo qué sé. Tanto su madre como su padre están ya deseando que alguien sople y sople y derribe la casa, por seguir con la cultura tradicional que le corresponde a su edad si seguimos los patrones clásicos. 

Sin embargo, el viernes pasado, hasta nosotros disfrutamos. Tocaba rock and roll y, aunque era su momento, a nosotros se nos hizo también ameno. Por lo que pasaba arriba y por lo que sucedía abajo. Verla bailar como una poseída, a su bola, en primera fila, metida en un pogo que por momentos solo la tenía a ella misma como protagonista nos ilusionó sobremanera. No tenemos una agenda, no la vamos a obligar a nada, pero mama lo que mama y creo que nunca le hará mal para su salud física y mental que avivemos esas ganas y alimentemos esa sed. Verla ahí en su mundo, bailando el hanky panky, tocando guitarras aéreas y poniendo cuernos... Qué quieres que te diga, a mí me alegra el día. Y sé que a su madre también. 

Así que ese fue el argumento definitivo para calificar como excelente el concierto de Anita y los Peleles en Barakaldo, dentro del programa de actividades de Gabonaldia. Puede que sea algo muy subjetivo, pero así es este blog y no vamos a cambiar a horas de que termine el año, ya no. Sobre el escenario, tres tíos más bien seriotes con camisetas ralladas y a los instrumentos, más Anita de azul celeste en el frente y con tirabuzones rojos en la frente. Los cuatro se empeñaron y avivaron a los congregados con los ritmos más primitivos y originales de las muchas acepciones del termino rock and roll, después de un esforzado y logrado ejercicio de adaptación lírica. Vamos, que aprovechan las melodías de clásicos del rock and roll para llenarlas de letras que cuenten o lleguen a niños y niñas que se perdería en el inglés y en los contenidos y temas de los originales. Así, utilizan el material de peña como Hank Ballard, Nancy Sinatra, Huey "Piano" Smith, los Rolling Stones, Óscar Arraigada, The Revillos o Chris Montez para después hacer canciones sobre las estaciones, los animales, las ganas de bailar, las nubes o la magia del calzado de invierno. Además, Anita se afana en presentarlo con cercanía y afinidad: "¿Cuántas veces habéis estado con vuestros padres y madres y están ellos ahí hablando de cosas de mayores aburridas y vosotros os sentís desplazados?" Creo que alguno le contestó con un "buff" sintomático, moviendo las palmas de las manos con las muñecas dormidas, como cuando te pica la salsa y no puedes tocarte la lengua. Espero que no lo hiciera la mía, claro; por si acaso, no miré. Pero ese es un poco el método que utilizan: música de raíces, si quieres llamarlo así, para que vayan haciendo oído, con ritmos sencillos pero bien ejecutados, y letras que entiendan o acepten. No son los primeros en llevar a cabo esta propuesta, con un público concreto en el objetivo. Ni serán los últimos, pero, al menos, hay que alabarles la selección y los materiales obligatorios de la asignatura. Ya me hubiera gustado a mí que, a su edad, me sonaran como naturales y cercanos los ritmos salvajes y naturales de los Revillos o Arraigada. Que sepan lo que es el twist y lo sepan sin que nadie les obligue a hacerlo. A eso me refiero. Bule bule en bucle. 

La banda se repasó su disco de hace un par de años, el Anita y los Peleles bailan el Hanky Panky que grabaron de la mano de Hendrik Röver en Muriedas, Cantabria. Y todos bailamos, aunque fuera solo un poco, el hanky panky, que explicaron muy bien para que lo entendiéramos todos y todas: "baila a tu bola y ya está". Vi a adultos hacerlo. Y adultas. Bien. Otros, eso sí, lo veían de lejos, nos miraban con miedo, como quien ve basiliscos en un zoo de realidad virtual. También hubo alguna nueva, creo. Y terminaron aprovechando la última para regalar el final más pedagógico que he visto nunca. Con sencillez y al grano, explicaron los instrumentos básicos de la formación clásica del rock and roll y cómo funcionan en armonía y en conjunto. Interesante fue que en el conjunto, en el acumulado, en el todo que forma la música, Anita tuvo a bien incluir al público como un activo más. Anita sabe y se le da bien el asunto. Ni ella ni los tres varones que la acompañan (para la ocasión hubo cambio de bajista) son nuevos en esto de la música en directo y se les nota. 

Nota al pie: habrá salido a la madre porque el padre... tiene las caderas para darle anchura al cuerpo, para nada más. 

Comentarios