500 Fiascos: Odyssey in the Key of Three de Last Fair Deal




Título: Odyssey in the Key of Three
Banda: Last Fair Deal
Publicación: 26 de Septiembre de 2016
Discográfica: North Side River Records



El tercer disco de Last Fair Deal les ha salido como para usarlo de DNI. Los dos anteriores ya estaban grabados en directo, pero, en este, y parece que conscientemente, han logrado entallar perfectamente el brío y el empuje que enarbolan en sus conciertos. Es, además, un disco más variado y complejo, repleto de detalles y con una variedad rítmica que si picas y muerdes el anzuelo, te deja saborear el cebo. Mejor me explico con ejemplos y me dejo de chorradas: el aire evocador en “Neverending Song”, con un comienzo lleno de aire en el que los platos de la batería aligeran el efecto de la gravedad; más: la guitarra que despierta un minuto después de que comienza “N.L.D.” y lo hace como si estuviera aflorando de tus propias entrañas, las mismas que continúa revolviéndote mientras juega con los parámetros del blues más contemporáneo y molón, deconstruyendo convenciones y ritmos; otro: en “My Song” Gonzalo Portugal canta a gritos que se está difuminando pero la canción hace precisamente lo contrario, crece desde dentro, mientras habla de inspiración y de obsesión y el bajo se apodera de la canción y la batería, llana, mantiene el suspense. En general, el disco siempre protege esa licencia creativa que pervierte las expectativas del oyente, sorprendiéndole cuando pretende augurar lo que va a suceder.
Quizás deberían haber abierto con “Warning”, porque el mismo título lo indica y sirve como advertencia para que sepas de qué va esto: rock a la carótida, con un riff en forma de puñal. Tres minutos de bajo dislocado en una canción que parece un estribillo continuo, sin concesiones climáticas. Pero “Wild Rose” es también una buena forma de abrir un álbum. Una canción que comienza con la guitarra de pasaporte y la voz rugosa de consorte. Ya hablen de Eliza Day como hizo Nick Cave o de quién quiera que hablen, hablan con inspiración en una canción que desciende hasta la espesura para acabar con una coda majestuosa.
Hay teclados en “Told Me”, más sicodélicos, y en “Roots”, más melancólicos. El bajo toma el mando y alimenta la tormenta en “Storm”; y “Sweet Tender-eyed”, anticipada por cuarenta segundos de nostalgia radiante en “Odyssey”, se sustenta sobre las cuerdas de una guitarra con hipo y la voz áspera sobre un fondo terroso, una canción física, palpable, que suena como sientes el frio cuando pisas descalzo sobre el rocío. Tienen hasta un hit, “Let’s Move”, rock de corte clásico con aire bailable, que apetece unir a nombres como Chuck Berry o Jerry Lee Lewis, pero se distingue por una mala ostia más propia de la margen izquierda del Nervión.
Huelga decirlo pero lo digo, Last Fair Deal son un power trío que sabe sacar partido de sus virtudes individuales: la voz densa, la guitarra virtuosa y multifacética, el bajo somático y la eficiente sencillez en la batería. Pero, sobre todo, son capaces de disponerse en conjunto y hacer música que resulta cercana y verosímil, real y sincera. 

Número de palabras: 496
Escrito esta mañana en casa ajena y terminado ahora, en la propia, con prisa que mañana se nos pasa el arroz. 

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