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Bueno, pues veamos. Llevo una semana escuchando, más bien leyendo a la gente hablar, más bien escribir sobre el BIME que viene, que empieza ya hoy. Hay unanimidad, parece, y la mayoría de la gente está ansiosa por ver a PJ Harvey en directo. Todos tenemos un favorito o un deseo principal. Hay, incluso, coincidencias entre los que reniegan o, simplemente, evitan los festivales: hay que aprovechar que es la única manera de ver a ciertos artistas. Y en el "ciertos" cada uno va incluyendo sus elecciones particulares. Yo, en toda la semana, no he dicho nada. No porque no pudiera dar mi opinión, que la tengo, más bien porque ya lo había dicho antes, varios meses atrás. 
Yo voy al festival para ver a Richmond Fontaine en directo. Reconozco el talento de PJ Harvey, la profesionalidad de Suede, la emoción de Edwyn Collins y, en líneas generales, la potestad de todas las bandas reunidas para tener su público y su espacio en el cartel. Pero, para mí, que cada vez me incluyo más entre los que reniegan o evitan los festivales, este fin de semana es solo especial porque Richmond Fontaine actuará por última vez aquí. Fíjate si me desubico con respecto al resto del festival, que creo que el mejor concierto del segundo día, el de mañana, será el de Stacie Collins en el Satélite T. Con todo el respeto, no voy a cerrarle mis oídos a ninguna de las bandas, y estoy seguro de que disfrutaré de gente como Toundra, Belako, Lambchop o The Divine Comedy aunque no entren en mis planes. Bastantes paredes nos ponen en las fronteras como para tapiar la música. Sin embargo, y lo anuncié hace tiempo, yo me compré los bonos en Julio porque sabía que iba a ir a ver a Richmond Fontaine. 
Y, antes de que me asesinéis, no os dejéis llevar por mis obsesiones. Lo he dicho antes: si no os gustan los medios tiempos, la pedal steel, la guitarra acústica, la música que etiquetaron como americana, Uncle Tupelo, Gram Parsons, Calexico, Tom Waits, los cuentos cortos de Raymond Carver, la ciudad de Reno, las camisas de cuadros, conducir en el desierto, las voces rotas y retorcidas, los casinos, la cerveza Lone Star, las canciones sin rima, sin estribillos, sin momentos climáticos... pasad del concierto. Si os gusta eso, podéis intentarlo. 
Richmond Fontaine son una banda de Portland, Oregón, que se retira después de más de veinte años de carrera. Desde que Dave Harding se marchara al extranjero, los demás se habían distanciado un poco. Los proyectos paralelos han ganado peso y han decidido que era hora de dejarlo. Llevan varias semanas despidiéndose por Europa, con aforos completos en Irlanda e Inglaterra, donde han tenido siempre más éxito que en la costa oeste de su país. Hemos tenido la suerte de que hayan guardado una fecha en Bilbao para su despedida, quizás por los lazos que unen a Willy Vlautin con esta tierra o, simplemente, porque el BIME se puso en su camino. Sea por lo que fuere, hoy estarán en directo y yo no voy a perdérmelo. 
No me lo voy a perder porque desde la primera vez que escuché The Fitzgerald, las historias capturadas en esas canciones me atraparon sin oportunidad de resistirme. Historias sin remilgos pero sin artificios, sobre gente obrera y deshauciada, desorientada y vulnerable, ajena a sus propios errores, obsesionada sin saberlo con la ausencia de un vínculo con los demás, deteriorada por el alcohol, el fracaso y la derrota contínua, víctima de la economía, las clases sociales y el sueño americano, enamorada de la carretera, los paisajes menos amables, los desamparados, los débiles y los silenciados. Cuando hablan de Vlautin siempre se le relaciona con Denis Johnson, John Steinbeck, o el ya mencionado Raymond Carver. Canciones con un alto nivel literario, pero sin ambiciones, sin sofisticaciones, con estructuras demoledoramente enemigas de lo convencional, sostenidas por buenos músicos y con la fuerza de la autenticidad y la candidez. Yo así lo veo. Quizás es demasiado pretencioso e intenso como para apetecer en un festival, pero déjame que añada algo más: estos tíos crecieron viendo en directo a Dead Moon. En sus canciones más antiguas se sentían a los X, Minutemen, The Blasters... Beben cerveza, hablan de carburadores, no pisan alfombras rojas, si te acercas, probablemente serán los más accesibles del festival, sin querer faltarle a ninguno de los miembros del resto de las bandas. No venden humo, no van a comerte el tarro, no querrán que les anuncien a bombo y platillo. 
Dije que iba a ir, cada mes, insistiéndoos en que fuérais, y no lo he hecho. Tampoco hacía falta. No es esa la cuestión. Pero hoy voy a terminar proponiendo una canción y animándoos a que, por lo menos, os paséis un rato. Ya andan por el BEC probando sonido (por lo que sé, llevan haciéndolo como casi tres horas, con lo que se lo toman en serio) y, aunque mañana se vayan a Irlanda, y acaben de aterrizar del norte de Europa, seguro que intentan dejar el listón muy alto. Yo confío en ello. 
Mis canciones favoritas de Richmond Fontaine son las que menos les gustan a ellos, las primeras, las más urgentes, desmedidas e inmaduras. Hubo un cambio desde Winnemucca, incluso antes, y así empezaron a labrarse un nombre aunque no perdieron su libertad para publicar discos arriesgados, como The High Country. Quizás su disco más accesible sea Post to Wire, y por ello voy a elegir, para despedirles, horas antes de que se suban al escenario en el BEC de Barakaldo, la canción que le daba título a ese álbum, y donde, Willy Vlautin, comparte voces con Deborah Kelly, compañera de Amy Boone en The Damnations. Boone, ahora, canta lo que Vlautin escribe en su nuevo proyecto, una de las razones para entender la despedida de Richmond Fontaine, The Delines. Así que creo que es una buena canción para terminar con estas entradas sobre Richmond Fontaine. 
Yo no les voy a echar de menos. Los discos estarán siempre ahí. Las canciones no desaparecen. Ni los personajes: Whitey, Ray, Allison Johnson, Harlan, el mecánico y su chica, y todos los que se quedaron sin nombre en las canciones de Vlautin. Leed sus libros, si queréis: The Motel Life, Northline, Lean on Pete, The Free. Pero, sobre todo, os guste o no os guste, lo hagáis o no lo hagáis, seguid creyendo en la música y en la bondad, porque, aunque suene un poco moñas, es mejor que ser un jodido capullo al que le da por culo todo. Y con esos exabruptos, parece que me quedo más a gusto antes de decir que, si os apetece, nos vemos allí. 




Posdata: foto tomada del buscador de imágenes de google, aunque parece venir de Decor Records, la casa que edita los discos de Richmond Fontaine en Europa, si no me confundo.

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