Una vez



No puedo evitarlo. Creo que lo he superado, pero, muchas veces, regresa, casi por sorpresa, y sonríe cobardemente. Parece que me estuviera diciendo: una vez pasó, jamás volverás a ser el mismo. Así que nunca bajo la guardia, porque en cualquier momento, sé que puedo volver al mismo agujero negro del que tanto me costó salir.
Hoy me he acordado de un día en el que yo aparecía, y casi no me reconozco. Estaba más delgado, tenía más pelo, vestía de negro y estaba solo. Estaba en una ciudad extranjera y paseaba, un día entre semana, cuando la gente se dedicaba a sus cosas, con sus vidas ordenadas, sus pequeñas tragedias, sus alegrías cotidianas, y yo parecía ser el único que no encajaba. Aún recuerdo aquella ciudad como si fuera el patio de mi casa. Me veo en las fotografías y sé que soy yo. No es eso lo que no reconozco. 
Al salir de una cafetería, sin ganas de volver a casa, recuerdo que decidí caminar hacia la plaza del mercado, donde, a pesar de ser un día laborable, seguro que quedaba gente. Daba igual quién: parejas que se querían, o quizás no, vagabundos jugando a los dados, turistas en las terrazas, padres de familia que volvían del trabajo, alguno como yo que se hiciera el extraviado. Cualquier desconocido me servía de compañía. 
También había músicos, en los soportales, en las puertas de los bares, en los callejones. A veces, los buscaba. Elegía un rincón y fumaba mientras les escuchaba. Aquel día había uno, junto a una tienda de ropa que recién cerraba. Era una calle alejada, que llevaba a la plaza, pero que no era muy transitada. Nadie le estaba escuchando. Solo yo. Más cerca de lo habitual, pero lo suficientemente lejos. Estaba él solo, más o menos mi misma edad, más o menos mi mismo peso, mucho más pelo. Cantaba sin abrir los ojos. Tocaba una acústica vieja, con una cuerda de menos. No entendía ni una sola palabra de lo que decía. 
Cuando terminó, no me di cuenta. Tampoco creo que yo cerrara los ojos, pero se ve que estaba mirando hacia otro sitio, pensando en otra cosa. Miré hacia donde le había dejado, sin pensar si quiera que ya no había música, y di un paso hacia atrás sorprendido, al ver que el tío estaba a dos palmos de mí, ofreciéndome un cigarrillo y sonriéndome. 
Nos emborrachamos. Aquella noche conocí bares en los que fui dejando, como olvidado, aquello que ahora que me recuerdo no reconozco. Él hablaba y hablaba. Yo pagaba. En una tasca, sacó la guitarra. En otra, se la robaron y tuvimos que correr detrás de un tío que antes de llegar al final de las escaleras, ya se había sentado a recuperar la respiración. Una mujer que decía llamarse Lola me lamió la cara. Un policía de paisano nos quiso enseñar a disparar en un callejón. Una vieja desde el balcón le lanzó un cubo de agua fría. Juro que el tío apuntó y hubiera disparado. Cenamos caracoles en casa de una señora en camisón que le coló una nota perfumada en el bolsillo de la camisa cuando le dio un beso de despedida. Meé en un gato de porcelana que alguien había dejado plantado junto a la puerta del ayuntamiento. Y él hablaba y hablaba. Yo pagaba. A última hora de la noche, mi inglés era casi autóctono. Mi cartera había menguado tanto como aquel increíble hombre. Decidimos tomar la última. Equivocamos el lugar: entramos en un bar de moda, con cristaleras ahumadas para separar géneros en el baño, sombras en la pista, camareras de largas pestañas y escotes generosos y tíos más altos que nosotros (que nosotros combinados, uno encima del otro), con perfectos peinados y barbas recortadas, que nos sonreían cuando pasaban al lado, como si fuera el día de acepta a un extraño en tu fiesta de cumpleaños.com. Bailaban desde electrónica hasta Fats Domino, y nosotros nos sentamos en la barra, intentando hablar por encima del ruido y de la música. 
Hubo un silencio. Después, me dijo, aprovechando que el dj de turno había puesto una de The Swell Season o algo así, y nos podíamos oír:


- So, too late to hear your story. 
- What?
- You wanna know mine. 
- Your what?
- You wanna know why I play on the street? Why I drank all your money? Why am I so pathetically excited? 
- Well...
- You'll be disgusted to know how ordinary and ridiculous is my tragedy. 
- All of them are. 
- You think?
- I do. 
- Maybe you're right. 
- Yeah, maybe. 
- But you know what's worse?
- What?
- Worse than that. Worse than that is that I'm just the one to blame. 
- I see. 
- No, you can't see that. I did see it coming but did nothing. I was just a fucking asshole. The same sorta guy that you would hate on an elevator ride. I wouldn't need more than a second just to make you loathe me. It was just my face. It was just my soul. I was that sorta dude.
- Come on...
- I was. I really was. So you now hear me singing all those love songs. Heartbreaks and crap. The only heart I broke was mine. And with it, those of all that were good and pure'round me. 
- I...
- I'm starting to talk church, ain't I?
- Well...
- Take it easy, man. No big deal here. You just met me tonight. Lots of fun. You won't see me again. And I'll keep looking ahead, I don't have any better to do. Forget it. Let's go get some fresh air**. 

Y nos fuimos. Y nos despedimos después de caminar en silencio unos minutos. Él con su guitarra por un lado. Yo, por el otro. Solo.
Casi lo había olvidado. Pero, a veces, lo recuerdo. Hace poco vi una película. Había una escena. Ésta, la que cuelgo abajo. No me reconocía, pero no pude más que sonreír ligeramente. 
Me pregunto qué sería de él. Y si él se preguntará qué fue de mí. Y como sé que en cualquier momento puede volver a ocurrir, siempre estoy en guardia. Y cuando me encuentro a un músico en la calle, sonrío, por si acaso, y si fuman, les ofrezco un cigarrillo. 



 





**Bueno, ya es tarde para conocer tu historia, ¿no? // ¿Cómo? // ¿Quiéres conocer la mía? // ¿Tu qué? // ¿Quieres saber por qué he acabado tocando en la calle? ¿Por qué me he bebido todo tu dinero? ¿Por qué parezco estar tan patéticamente entusiasmado? // Pues... // Te asquearía averiguar lo simple y ridícula que es mi tragedia personal // Todas lo son // ¿Tú crees? // Sí // Igual, no sé // Sí, igual // Pero, ¿sabes lo peor? // ¿Cuál? // Qué es peor que eso. Peor que eso es que yo soy el único culpable // Ya // No, en serio. Yo no me lo tomé en serio, no hice nada. Era un auténtico gilipollas. El mismo tipo de tío al que odiarías en lo que tardas en subir en el ascensor. No necesitaba más que unos segundos para conseguir que me odiasen. Solo con mi cara. Con mi alma. Ese tipo de tío era yo // Venga, hombre // Lo era. De verdad que lo era. Así que, ahora... me ves ahí, cantando esas canciones de amor. El corazón roto y todas esas mierdas. Y, en realidad, el único corazón roto, lo rompí yo, el mío. Mi propio corazón y con él, el de todos los demás, la gente buena y pura que tenía alrededor // Yo... // Empiezo a hablar como un cura, ¿verdad? // Pues... // Tranquilo, tío. No importa. Me has conocido esta noche, lo hemos pasado bien, probablemente no me vuelvas a ver. Yo seguiré hacia adelante, no tengo otra cosa mejor que hacer. Olvídalo. Salgamos a tomar el aire, anda.

Comentarios

Distorsjón ha dicho que…
Bonita entrada. La escena de la película me alucina, ya que eso pasa en la vida real. Hay personas que no necesitan público para expresarse musicalmente. Les da igual si son o no reconocidos, lo hacen por sentirse bien consigo mismo. Yo eso lo he visto y me parece admirable. Una vez me fui a tomar una con un músico que solía estar hace años en los túneles de Deusto, por los que pasan los alumnos de la universidad. Jose se llamaba. Tocaba la guitarra y la armónica a la vez. Una de las primeras veces que me quedé viéndole me preguntó que qué grupo me gustaba a mí. Le dije que los Clash y me tocó allí mismo una, creo que London Calling (no lo recuerdo bien). Grande Jose y los músicos callejeros.
Casualmente el domingo mismo, estuve en Zorrozaurre en los mercadillos de ZAWP y encontré un CD que, sin conocer de nada, tenía buena pinta y por 2 euros me la jugué. El grupo se llama Cacas Blancas. Luego mirando en Youtube, encontré un vídeo que alguien les grabó tocando en plena calle del Casco Viejo de Bilbao. A ver qué te parece:
https://www.youtube.com/watch?v=vVKlEj0Lq3s
Holden Fiasco ha dicho que…
Pues ni había visto el vídeo ni había oído a Cacas Blancas. Mira que el nombre, así, de golpe, me echaría para atrás de primeras, pero, después de ver el vídeo... me arrepentiría de no haberlos dado una oportunidad.
Eso sí, conocidos son. En formato trío se llaman The Bones y han tocado hace no mucho en el Tubo. Un tío con un contrabajo casero no se olvida. Por ahí en este blog encontrarás la crónica de aquel día. Además, al cantante y guitarrista también le conozco porque también es un músico callejero. Es belga y, si leiste la entrada larga que escribí sobre Toni hace unas semanas, igual te acuerdas de que hablaba de un belga que cantaba en la calle canciones de Elvis. Pues era él, en la zona del Muga. Creo que no me confundo con nada de esto, vamos. Igual he metido la pata, pero me parece que no. Si lo he hecho y ellos lo leen, pido perdón. Nunca se sabe, porque hablo de memoria y de ojo, y llevo gafas y me acuerdo de pocas cosas, así que no soy mucho de fiar.
Yo estuve en el ZAWP hace un mes o así. Volví con algún vinilo.
Abrazo, tío.