Puedes juzgar un disco por las versiones de Bo Diddley que incluya



Esa frase de ahí arriba, que no significa lo que significa, viene a que, por fin, le dediqué una mañana a escuchar a The Strypes. 
Cosas habían llegado a mis oídos, y habían llegado como aquello que escribía Herman Melville en Moby Dick: "con sombrías resonancias". The Strypes por aquí, de estraips por allá. Y yo con las doce canciones de Snapshot en mp3 esperando a que las prestara atención. Y lo hice. 
Lo hice sin prestarlas atención, como, a veces, escuchamos los discos en este mundo moderno de descargas ilegales que no se pitan con falta en ataque. 
Iba yo por la calle, que es un placer que últimamente no me puedo permitir, sin rumbo fijo, con las manos en los bolsillos, los cascos en los oídos, sin más pretensión que recorrer las calles baldeadas por la mañana y hacer que el tiempo en lugar de en segundos, se contara en pasos. Y mientras miraba las cosas que van pasando, las persianas que se bajan, las señoras que madrugan para ir a la plaza, los conductores que frenan en seco y maldicen los ceda el paso y cosas por el estilo, tenía de fondo la música de los irlandeses como si fuera una de esas bandas sonoras que no se aprecian pero que harían la película distinta si se ensordecieran. 
No sabía qué canción escuchaba, pero el blues, el punk, el rock, el soul y el R&B de los jóvenes irlandeses iba prensándose en mi entrañas como si yo fuera un perro de Pavlov observando, de cerca, un chuletón con label. Sin darme cuenta, tenía el ritmo de su música en el de mis pies, y ya daba lo mismo qué cantaran o cómo lo hicieran. 
Creo que me dio tiempo para hacer una reflexión del estilo de que me la refanfinfla qué años tengan, qué simple suene lo que cantan, qué repetido parezca lo que tocan porque funciona y no he podido evitar que acaben por apoderarse de mi estado de ánimo y de la métrica de mis latidos. 
Entonces, por sopresa, reconocí a Bo Diddley y esbocé una sonrisa. Me quité los cascos y mientras esperaba a que el semáforo se pusiera verde, balbuceé: "qué sorpresa". Una chica joven vestida como para buscar pareja en el baile, me miró de reojo y apretó el bolso contra el pecho. Pero no lo decía por ella, si no porque me pregunto qué misterio tenía el viejo Diddley que todo el mundo quería sacarse una foto con él. 
El verano pasado escuché esa misma canción tres veces en un solo día. Por la mañana, bajo el sol, me la tocaron los Dr. Maha's Miracle Tonic. Al anochecer, la volvieron a repetir los mismos. Un poco más tarde, la versionearon los The Brand New Sinclairs que siempre la tienen en su repertorio. A las dos bandas les sentaba la canción como un guante a un duelista ofuscado. 
Creo que han hecho versiones de esta canción desde bandas que invadieron los Estados Unidos en los sesenta, como The Yardbirds o The Merseybeats hasta los grupos locales de los que hablaba antes, pasando por otros como The Fabulous Thunderbirds, Grateful Dead, The Monkees... y no sé cuántos más. Cuando la escribió el sonriente Willie Dixon, autor también de otros éxitos como "Hoochie Coochie Man" o "I Just Want to Make Love to You", y empezó a tocarla el inventor del rock and roll, Bo Diddley, supongo que ninguno esperaría que un grupo de adolescentes irlandeses la convirtiera en un pequeño éxito de la radiofórmula de su país. Pero lo han hecho. Y, aunque no sea la única versión de su álbum, porque también, descubriendo el cuajo y el buen gusto que tienen, apuestan a lo seguro con el "Heart of the City" de Nick Lowe y la canción que unos dicen que era de Muddy Waters y otros de Hambone Willie Newbern, la canción reluce en un repertorio que, por qué no reconocerlo, tiene el aroma de la música que promete y puede prometer. 
Si Diddley puede ser un argumento para juzgar un disco, The Strypes se apuntan el tanto. Si no se pueden juzgar las portadas, quizás tampoco se puedan juzgar las versiones. Eso sí, si se pueden juzgar los pasos, os digo que, al final, acabé perdiéndome en mi propia ciudad, de tanto caminar ensimismado y estimulado mientras escuchaba Snapshot.
Del resto, de su edad, de su talento, de su alergia a la prensa, de las promesas de futuro, los acordes, los conciertos enérgicos o del subidón que da que haya alumnos de instituto que no sepan quién es Demi Lovato pero sí Dr. Feelgood, ya hablamos otro día.
Por cierto, acabo de darme cuenta de que no lo he dicho, pero no creo que haga falta hacerlo. En cualquier caso, hablaba de la canción "You Can't Judge a Book by the Cover", hombre. 

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