BIME ven, lo dejo todo



Andábamos ocupando el tiempo entre costuras, a ver si se nos ocurría un título gracioso: Pan BIME, BIME pan y DIME tonto (tanto pan y al final cenamos un kebab), BIMEdor... cuando pasó delante nuestro un portero de primera división y le seguimos, no porque fuera portero, ni de primera división, si no porque iba al mismo sitio al que íbamos nosotros. Y así estuvimos el resto de la noche, sin quitarte la chaqueta, del pabellón uno al tres, o era el dos, o el escenario tres, o es que había dos escenarios juntos, o mejor, vamos a gastarnos otros ocho euros en cerveza. 
Entramos al BEC y nos recibió una HH, muy maja, del barrio, amiga y resignada a trabajar mientras otros nos divertíamos, que nos dijo dónde cambiar nuestras E por una P y poder empezar con el F. Nos llevó unos segundos aclimatarnos y orientarnos y entramos para encontranos con PASSENGER. Y aquí empiezo, ya sabes, mi recuento musical que seguro que puedes pasarlo por alto porque con la cantidad de expertos, profesionales, entendidos, congresistas y "atxartelados" (como dice un amigo mío, y suena raro, pero es ilustrativo) que había por allí, seguro que encuentras mejores crónicas y glosas que las que yo te pueda dar a las 11:16 de la mañana y sin resaca. 
Mike Rosenberg, subido ahí arriba, el solo con su acústica y haciendo la percusión golpeando con su pie sobre el tablado, sin banda, sin coros femeninos como en su vídeo oficial, parecía que acababa de llegar a Bilbao sin pasaporte y con una mochila a la espalda. Se le jodió la guitarra al británico, se sonrió cuando dijo que estaba fucked, y apareció su colega de profesión Stu Larsen para prestarle una. Yo es que ni sabía que este hombre tuvo una banda de folk y que escribió una canción "Let Her Go" que ha sido un éxito que te rilas en media Europa. Más sorpresa aún para mi compañera, quien, por la mañana, había estado trabajando bajo el frío acalorado de muchos adolescentes celebrando una fiesta devota en el patio y escuchó la misma canción en la megafonía que ahora tocaban en el escenario. Faltaron los resplandores de los mecheros, aunque ahora estos se han cambiado por los de los teléfonos móviles con cámaras de no se cuántos píxeles, pero Passenger tenía una primera fila de fieles y fielas seguidoras que chillaban, aplaudían y silbaban con solvencia. A mí me recordó a Willy Mason, que quizás no se parezcan en nada, solo en que ambos cantan y tocan la guitarra, pero, gracias a ello, hoy he vuelto a escuchar "Oxygen", que hacía mucho que no la oía, y eso siempre es una buena noticia. 
Siguiendo al portero de primera división, nos encontramos con ANARI ya subida al escenario. No la vi lo suficiente como para decir nada bueno ni malo de ella, porque, enseguida, nos volvimos por donde habíamos venido ya que uno, aquí, éste, tenía ganas de ver en directo a JOHN GRANT. Los tiempos de The Czars han quedado atrás y el de Colorado se presenta ahora acompañado de una banda de veteranos con aspecto serio y en segundo plano, pero que hacen con eficacia lo que él les pide. Apareció por el escenario con su aspecto de acabar de bajar del bote de coger marisco en Unalaska, buen rollo, simpatía y un castellano muy aseado. Personalmente, me gusta más cuando toca sus primeras canciones, porque me pierdo un poco con los teclados eléctricos. El caso es que pasaron por delante una pareja de amigos y los seguimos como habíamos hecho con el portero de primera división para viajar por el pasillo a la zona de los escenarios mellizos. Y allí nos quedamos.
Nos encontramos con JAPANESE GIRLS, que, en realidad, son cuatro tíos muy en forma (el cantante se puso a hacer flexiones) y muy de moda. No sé si están de moda, pero que siguen un patrón asignado al éxito y a las portadas de las revistas, casi que sí. Sonaron a todo lo que lleva petándola en Gran Bretaña durante unos cuantos años, más a The Wombats que a Arctic Monkeys pero por ahí por el medio, por el dancefloor, vamos. Nada nuevo, pero resultón. A veces, hasta se les iba un desliz metalero y mucha actitud desafiante que quedó un tanto excesivamente juvenil o excesivamente, a secas. Mientras seguían tocando y cascando, los GRISES, la banda de Zestoa, estaban al lado, calentando (Amancay, la chica, hasta hacía estiramientos o ejercicios de relajación muscular), y parecían ansiosos por empezar en una situación que a un cinéfilo le hubiera recordado a la técnica de división de pantalla a lo Richard Fleischer. Empezaron fuertes los guipuzcoanos con su rock bailable, teclados a tutiplén, bailoteos "muñón", como dice otro colega (se refiere a los teclistas que tocan con las manos pegadas a las teclas y solo se les ven los brazos mientras mueven el resto del cuerpo), guitarras trenzadas y estribillos galvánicos (cuánto hacía que no usaba esa palabra: ¡me galvaniza!, que yo fui a egebé). Los tuvimos que dejar con la palabra en la boca y nos jodió, porque los GRISES enganchan, pero les colocaron justo cuando empezaba el plato fuerte de la jornada, que dicen los comentaristas radiofónicos.
Yo creo que hubo poca gente, pero prácticamente toda la gente que había se reunió en el escenario uno para ver a James Dean Bradfield y al resto de maníacos. MANIC STREET PREACHERS no defraudaron, aunque es muy difícil que sus nuevas canciones estén a la altura de las viejas, sobre todo, sabiendo lo que consiguieron éstas allá por la segunda mitad de los noventa. Los galeses no hicieron concesiones porque no hace falta, la gente parecía dispuesta a aceptar lo que les dieran. La voz de Bradfield suena tan contundente y sugerente como siempre, y empezó a lucirse con su colección de punteos en "Motorcyle Emptiness" con la que abrieron el concierto, y ya no paró. Se cascó "The Everlasting" en solitario y cerraron con "If You Tolerate This, Your Children Will Be Next" que, aún y con el paso del tiempo, sigue siendo tan rotunda y tajante como el título. Mi sensación personal, muy personal y tan íntima como la ropa interior femenina, es que fue un concierto competente que pudo colmar las expectativas de los fans y de los que no lo son tanto, pero no fue algo memorable ni inolvidable. Eso sí, después de éste, para muchos, entre los que me encontraba, parecía que ya había terminado la jornada.
Aún así, aún vimos a McENROE durante un ratito, y debería subrayar el diminutivo, porque no dio para mucho. De la misma nos volvimos, porque alguien dijo que aquello no le apetecía y que le habían dicho que los YUCK no estaban mal. A nosotros nadie nos había dicho nada, pero aceptamos la invitación, más que nada, porque a los de Getxo ya los habíamos visto antes, y a los de Londres, nunca. Llegamos otra vez al escenario uno, y entre el humo, vimos a un grupo que suena a lo que luego he oído que dicen otros que suenan, es decir, a Dinosaur Jr, Sonic Youth, Pixies (menos) y bandas del palo de te atizo con mi guitarra hasta que te explote la cabeza. No estuvo mal, pero tampoco los terminamos, como suele ser tradición en esto de la cultura de los festivales, donde, a menudo, tienes que cambiar de canal porque te entra el hambre, o la sed, o las ganas de aliviarte de ambas necesidades saciadas (perdón por la escatología).
Nos comimos los kebab como si se hubieran terminado antes de empezar, vimos de pasada a NAIVE NEW BEATERS y salimos a seguir bailando, aunque, esta vez, bajo la lluvia. Se hace muy muy extraño que abandones un festival, y te puedas permitir ir andando a casa. Se hace extraño y se agradece.
Y, poco más, hoy más y mejor, quizás. Sobre el papel, el plan es empezar a las cuatro asistiendo al fútbol en directo (que se puede compaginar todo) y luego volver al BEC para ver, si se puede, a unos cuantos grupos, porque, al menos para nuestros gustos, el diseño del segundo día ha traído el disgusto de ver que muchos de los que queríamos ver coinciden. Lo dicho, más, y quizás, mejor. Y si de verdad queréis mejor y habéis llegado hasta aquí, no repitáis mañana, estoy seguro de que entre los corrillos que ayer pude ver se dijeron cosas más interesantes y agudas que toda la sintaxis y morfología que yo he derrochado aquí. Y ya sabes, si toleras esto, los próximos...

Comentarios