Jonny Barber & The Rhythm Razors

Hacía tiempo que no venía por aquí. Lo confieso, poco tiempo para escuchar música. La semana pasada escuché el disco entero de Napoleón Solo, podía haber hablado de ellos. Esta mañana he venido escuchando a The Divine Comedy hasta que me he cansado y he saltado sin red a The Black Box Revelation, de los que ya hablé un poco hace tiempo en una entrada sobre The Raveonettes. Podría volver a hablar de ellos y como me he entretenido jugando a buscar parecidos razonables evidentes, The White Stripes, y no tan evidentes, ¡Smashing Pumpkins! Pero, sigamos siendo sincero, ninguna de esas escuchas ha merecido la pena. Y no por la música en sí, si no por el que escucha. Demasiadas cosas rondan en mi cabeza últimamente, demasiadas. Mi abuela se cree que no curro porque no tengo un trabajo físico en el que tenga que fichar. Pero el lado malo es precisamente éste: me estalla la puta cabeza. Y así, yo por lo menos, no puedo escuchar música. La escucho. Incluso llego a disfrutarla por un instante, pero no me pidas que escuche tres canciones seguidas, en seguida, se me escapa la melodía porque estoy pensando en otra cosa. Solo el último disco de Arcade Fire ha conseguido que no me rinda del todo. El caso es que llevo escribiendo unas quince líneas, y ya he escrito 7 nombres de grupos, ¿no?, además de hablar de mi abuela, ya ves tú.
Y de ninguno de ellos quería hablar. Quería hablar de Jonny Barber y sus The Rhythm Razors, es decir, Symphony Tidwell y Randee McKnight, componente también de The Hillbilly Hellcats, así que ya sabéis más o menos de que estamos hablando. Más pistas: Jonny Barber mantiene un proyecto paralelo, The Velvet Elvis, en el que, difícil era de adivinar, imita al rey del rock and roll. Pero al grupo se le nota que no son un simple grupo de versiones, que tienen una personalidad propia y un bagaje variado que incorpora distintos matices a sus interpretaciones. Solo una pista, seguidle la pista a Jonny Barber (aka Chris Barber) en proyectos como SPIV y Mama, entonces se entenderá todo un poco mejor. Se entenderá que suenen tan auténticos, tan autóctonos pero tan contemporáneos y tan urgentes.
Sé que su gira por Europa está siendo un éxito. Porque están de gira, una gira que empezó en Vitoria y, sin dar más detalles, me enorgullece decir que yo tuve algo que ver con ello (a cambio, conseguí perder un par de kilos con el ajetreo propio de una profesión que no volveré a ejercer en mi vida, never say never). Puede que anden ya por Italia o de camino a Alemania en una gira que no olvidarán en muchos años porque, a veces, el amateurismo y la improvisación regalan experiencias cercanas a aquellas tan famosas de Enrique Iglesias (y sé que jode todo lo que he escrito antes pronunciar a éste aquí y ahora, pero si no hago un chiste malo, parece que reviento, cada uno cargue con su cruz). El concierto de Vitoria fue sudoroso, compacto, rápido y sincero, muy sincero, y me refiero a la implicación del grupo. Yo lo tuve que ver desde lejos, pero lo disfruté igual.
En fin, que nada mejor que ver un par de vídeos, y como me veo obligado a poner el más reciente, esta vez no voy a colgar un solo vídeo, sino tres a falta de uno. Primero, cuelgo el más reciente. Segundo, cuelgo uno, tampoco muy viejo, en el que hacen una versión del "Baby, Let's Play House" de Elvis Presley que creo que demuestra parte de lo que he intentado explicar antes. Por último, cuelgo un tercero que no tiene nada que ver con ellos, excepto porque Jonny Barber aparece brevemente en el vídeo. La canción es de Drive-by Truckers, con lo que sumo un nuevo nombre de grupo en esta farragosa entrada, pero el vídeo merece la pena, no me digáis que no.


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